lunes, 1 de enero de 2018

Los secretos del plan golpista y alertas de fin de año frente a posibles saqueos

Después del repudiable festival de violencia en las inmediaciones del Congreso de la Nación, al Gobierno le quedó la piel sensible. Si bien es cierto que el Presidente consiguió asegurar la gobernabilidad, también hay que decir que pagó un costo político alto que habrá que leer a futuro en las encuestas. La postal de violencia en las calles que recorrió el mundo, es una mala señal para los inversores.



Después del repudiable festival de violencia en las inmediaciones del Congreso de la Nación, al Gobierno le quedó la piel sensible. Si bien es cierto que el Presidente consiguió asegurar la gobernabilidad, también hay que decir que pagó un costo político alto que habrá que leer a futuro en las encuestas. La postal de violencia en las calles que recorrió el mundo, es una mala señal para los inversores. 
Pero los peligros aún no se han disipado. Macri quiere evitar el efecto contagio y que la pesadilla pueda extenderse para antes de fin de año con escenas de caos en las calles o intentos de saqueos como el de Luján. Para lograr ese objetivo, se dispuso un operativo de seguridad especial en el Conurbano y en el interior de la provincia de Buenos Aires, donde operarán fuerzas combinadas en sitios estratégicos. Los ministros de Seguridad de Nación, Patricia Bullrich y el bonaerense Cristian Ritondo, acordaron un refuerzo de 6.700 efectivos.De ese número, 5 mil pertenecen a las fuerzas federales. Serán asignados a vigilar sectores pobres de las zonas sur, oeste y la ciudad de La Plata. La medida tiene su explicación. Ahora, además de las organizaciones sociales, el peronismo o el trotskismo, en los barrios hay banditas de narcos, lúmpenes y grupos de izquierdas varios que no están consolidados. "Nadie los domina y se desmadran con facilidad", resumió un funcionario nacional. 
 
FRENTE AL DELITO DE SEDICION
 
La Casa Rosada además quiere llegar hasta el hueso con los responsables de los desmanes. Impulsa una investigación judicial  bajo la figura del delito penal de sedición, la violencia y los destrozos generados por agrupaciones kirchneristas y de izquierda en la zona del Congreso.
Macri no quiere que todo quede en delitos menores como resistencia a la autoridad. El pedido presidencial es contra los cabecillas de los partidos y las organizaciones implicados en el plan golpista. El gran desafío de la Casa Rosada consistirá entonces en acercarle pruebas al juez federal Sergio Torres, que instruye la causa, y convencerlo de encuadrarla en ese delito.
El ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Martín Ocampo, está recopilando el material. Se están analizando más de 480 horas de videos para identificar a los agresores de policías y a quienes destruyeron el espacio público. Los nombres de algunos violentos y sus antecedentes, ya están en carpeta , pero por ahora la información es secreta.También la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich , inició una investigación criminal con las fuerzas de seguridad.
La figura de sedición es un delito federal grave, con penas de hasta seis años de prisión. Está tipificado en los artículos 22 de la Constitución y 229 y 230 del Código Penal. Macri y Bullrich quieren identificar no sólo a los autores materiales, sino también a los partidos políticos y las organizaciones que actuaron como instigadores, organizadores y financiadores.
 
LA APUESTA PARA EL 2019
 
Pero más allá de las acciones tendientes a dar un escarmiento a los revoltosos, el Gobierno deberá poner singular atención en los "cacerolazos" y “ruidazos” registrados durante dos jornadas consecutivas. El dato sobresaliente es que fueron protagonizados por vecinos de clase media, sin identificación política. En ese segmento, Cambiemos cosechó muchos votos. Es notorio, que algo está acelerando el pulso ciudadano, que siente que la mano del oficialismo se está metiendo de manera recurrente en su bolsillo. No hay que olvidar que la volatilidad de la clase media, es una medicina amarga que probaron en el pasado varios de los líderes que inicialmente tuvieron en las urnas significativo apoyo.
También preocupa en las altas esferas, el intento de saqueo registrado en Luján, cuando unos 100 vecinos de los barrios Juan XXIII, La Loma y San Fermín rodearon e intentaron saquear un camión con alimentos del hipermercado Wal Mart ubicado sobre el Acceso Oeste. La policía intervino y dispersó a los manifestantes, en medio de enfrentamientos, piedrazos y balas de goma. Otro frente de inquietud, fue el intento de lichamiento al diputado Martín Lousteau por parte de trabajadores del Banco Provincia que manifestaban por el centro porteño. Y no hay que olvidar tampoco el brutal ataque al periodista de TN, Julio Bazán. Se cree que todo forma parte de un plan organizado. Una locura impulsada por manos negras de la política, que seguramente intentarán generar nuevos intentos para crear zozobra antes de fin de año.
Superado ese escenario, en el entorno de Mauricio Macri aseguran que están dadas las condiciones para avanzar de aquí en más con el operativo reelección para el 2019. Aseguran que esta, y no otra, es la verdadera razón por la cual se fogoneó desde grupos hostiles un clima de inestabilidad para voltear al Presidente. Están convencidos que la intención, era hacer crujir los cimientos de la Casa Rosada. La verdadera batalla entre oficialistas y opositores que brotó desde la hoguera dialéctica del Congreso, fue por el liderazgo político. Haber aprobado la ley de reforma jubilatoria, al Gobierno le sirve de aquí en más para ratificar su capacidad de mando. Una llave fundamental que le garantiza gobernabilidad en los próximos dos años y termina con las apetencias conspirativas del club del helicóptero. 
 
LAS URGENCIAS POR EL AJUSTE
 
Algunos funcionarios le habían sugerido a Macri patear el análisis de las reformas para después de fin de año, atentos a la fuerte carga simbólica que tienen los diciembres en la Argentina desde el 2001. No obstante, el Presidente quiso sacarlas ahora. Algo de ese debate dejó trascender el martes pasado en conferencia de prensa, cuando reveló que podría haberse ido de vacaciones tranquilo, pero prefirió acelerar el tratamiento de las leyes. Con esta reforma Macri avanzó en el 40% del ajuste que debe hacer en 2018, pero todavía resta que el Estado logre un ahorro adicional de 0,6% del PBI con otras medidas. 
Al Gobierno no le dá el músculo para todo, también está el tratamiento de la reforma laboral, un tema que entró en boxes para fines de febrero o comienzos de marzo del año próximo y que también seguramente va a levantar olas de conflictividad en varios frentes.
Tras una semana huaracanada con reformas, ajuste, movilizaciones, cacerolazos y represión policial, se confirmó que Macri se tomará  desde este lunes otras dos semanas de vacaciones en Villa La Angostura. De esta manera, la cantidad de días de descanso que acumula desde que asumió sumarán 87, es decir casi tres meses. 
Macri ganó la votación en el Parlamento, aunque el precio que pagó en la calle fue innecesario. La autoridad política se conservó, a pesar de los intentos de debilitarla dramáticamente, pero las imágenes del lunes en el espacio público no pueden repetirse sin poner en riesgo la credibilidad del Gobierno y limitar su capacidad de respiro a futuro.Voltear la ley significaba, para la oposición, la oportunidad de revertir su condición de perdedora en las urnas y de reconvertirse en una opción electoral para la próxima contienda electoral.
La jornada de violencia en las inmediaciones del Congreso, que dejó un saldo de 70 detenidos y 162 heridos, 88 de ellos policías, pudo haber sido trágica. Desde los grupos violentos se buscaba un muerto y afortunadamente no lo hubo. Esa circunstancia, le habría colgado un cartel de peligro a la linea de flotación de Cambiemos. No obstante, el marco de violencia y las tensiones de una sesión maratónica, dejaron abierto un interrogante: ¿qué se discutió realmente en Diputados?. 
El oficialismo, estaba jugado a aprobar las leyes escritas después del triunfo electoral. Y la oposición, golpeada por ese mismo resultado de las urnas, debatieron largamente por una reforma previsional que tenía otro objetivo. Sin decirlo, pulsearon  con fiereza sobre la preservación o el debilitamiento del poder presidencial. Y de ese escenario, salió airoso Mauricio Macri, aunque con algunos magullones.
 
LA MANO NEGRA DE LA IZQUIERDA
 
 
Los asesores del Presidente aseguran que Cristina y Massa, pese a las diferencias que los separan, en esta situación unieron fuerzas y cerraron su proyecto de poder a futuro. Luego, las hordas de la ultraizquierda, como se vio en directo por la tele, fueron el vehículo  para destruir la Plaza del Congreso y atacar a la policía, pensando que la planeada irrupción en la Cámara de Diputados para impedir la sesión, podía convertirse en una acción épica que sería festejada como un triunfo político.
Pero la situación se desmadró. Las primeras espadas de Cambiemos dicen que todo tiene que ver con que Cristina y Massa no aceptan que el peronismo sea  un actor de reparto. Tampoco lo asimiló Eduardo Duhalde y sus aliados partidarios y económicos cuando gobernaba Fernando de la Rúa. Con la renuncia de Carlos "Chacho" Álvarez, la compleja interna radical y la derrota en las elecciones de medio término, a De la Rúa no le quedó otro camino que negociar con el justicialismo. El Presidente de la Alianza, por miopía o inocencia, permitió que el Caballo de Troya durmiera junto a él en la quinta de Olivos. La historia tiene final conocido: tras una crisis de siete días, cinco mandatarios y más de 35 muertos, Duhalde fue Presidente como desenlace de la crisis del 19 y 20 diciembre de 2001.
 
UNA SOCIEDAD PARA EL PODER
 
Los asesores presidenciales sostienen que Cristina cree que Macri maneja la justicia federal. Y Massa sabe que su actual relevancia política puede ser el abrupto epitafio de su vocación de poder. Entonces, avanzaron contra Macri, que ya había cerrado un pacto con los gobernadores peronistas que desconfían de CFK y del ex jefe de Gabinete. El Presidente completó un acuerdo que dejaba afuera del escenario a sus principales adversarios políticos y le permite mirar hacia adelante en una agenda que podría coronar con su reelección en diciembre de 2019.
En los pasillos de la Casa Rosada comentan que el plan de Cristina y Massa se parece a la lógica que aprovechó Duhalde para suceder a De la Rúa: caos en la calle, descontrol en el Parlamento y vacío de poder. 
Pero lo que hay que decir, es que Macri no es De la Rúa. Tiene vicepresidente, ganó la elección de medio término y sus relaciones con el establishment son fluidas. Por eso, tras la votación definitiva de la ley de reforma previsional, un nuevo esquema de poder coexiste en la Argentina: el Presidente y su acuerdo con los gobernadores de la oposición, Por otro lado, cohabitan de manera disgregada, Cristina y Massa, la izquierda que es funcional al peronismo más intransigente, la CGT y las organizaciones sociales que buscan su propio destino. Es un escenario muy dividido que le sirve al Gobierno y que Cristina y Massa deberán revertir si es que quieren regresar a la Casa Rosada. 
 
CUIDADO CON EL MENSAJE DE LAS CACEROLAS
 
Por el lado del oficialismo, parecen existir límites más espinosos de los que Macri suponía para avanzar con su plan de reformas. Casi no empezó con ellas y explotaron bengalas en el cielo. El Presidente confesó públicamente que muchas de los cambios que piensa le quitan horas de sueño. Después de lo visto con los últimos sucesos frente al Congreso podría quedar insomne o atrapado en una pesadilla. El escollo no sería únicamente la oposición. El lunes pasado se produjeron protestas ciudadanas no violentas tanto en los barrios porteños como en diversas ciudades del interior y puntos del Gran Buenos Aires. La Plata, Adrogué, Avellaneda, La Matanza, San Martín, Morón, Lomas de Zamora, Bahía Blanca, Ituzaingó, Mar del Plata y hasta la Quinta de Olivos, fueron algunos de los lugares en el territorio bonaerense donde se expresó el rechazo mediante el ruido de las cacerolas. El martes volvieron a repetirse.
Tanto el Gobierno como la oposición, coinciden en que la situación económica del país es mala. El plus del oficialismo, la esperanza de que las cosas podían mejorar con Macri en la Presidencia, es lo que ahora está en cuestión, como nunca antes. Por estas horas, en los pasillos de la Casa Rosada deambulan temores e incertidumbres de todo tipo. Tienen que ver con el comportamiento que tendrá la calle frente a las reformas que faltan encarar, sobre todo en el campo laboral. Si bien es cierto que Macri cuenta con crédito, el fervor popular siempre mengua cuando alguna mano se mete en sus bolsillos de manera tan recurrente.
Esta vez las cacerolas hablaron contra el macrismo. Su ruido fue un alivio, una suerte de registro opuesto a la brutalidad de las piedras, los morteros y las molotov. Descontada la militancia opositora llamada a expresar su descontento, el regreso de las cacerolas recordó que la protesta pacífica siempre será un instrumento más eficaz y un alerta más efectivo.

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