lunes, 18 de diciembre de 2017

Los fantasmas de diciembre y una crisis política a la que Carrió le pone cascabel

Ajuste y represión, son palabras malditas en el manual político de diciembre, donde las tensiones sociales están en lo más alto. Con la intentona de aprobar de manera desesperada la reforma jubilatoria, al Gobierno le faltó pulso y olfato político para manejar la situación. Le pasó un tren encima.




Con el agravante que de manera inesperada, se subió toda la oposición, en un  gesto de unidad, algo que no figuraba ni siquiera en la libreta de Jaime Durán Barba. Quedó claro, que existe consenso en todos los sectores de la sociedad para que no se toquen los bolsillos de la clase pasiva. Menos a los empujones, arrebatándoles un trimestre de actualización en sus haberes. Al grito de "jubilados, jubilados", fue la manera en que se bajó el telón de una reunión volcánica, conflictiva y que averió la linea de flotación política del Gobierno. Es un dato para tener en cuenta, porque pone sobre ascuas el futuro de convivencia en la Cámara de Diputados, después de un 2016 que batió récord en el tratamiento de leyes.
El debut de la nueva conformación no es el que Macri esperaba. La primera reunión del cuerpo para discutir el "reformismo permanente" que pretende imponer la Casa Rosada y que avalan los gobernadores y el Círculo Rojo, chocó contra el paredón de la resistencia social.Y augura por lo menos otro capítulo de sobresaltos para el orden institucional. No será fácil recomponer los puentes que necesita el titular de la cámara baja, Emilio Monzó, para fogonear que el trajín parlamentario circule por carriles más o menos aceitados del diálogo. Quizás por eso es que, en el anochecer del jueves de furia, desde los laboratorios amarillos de Balcarce 50, se empezó a amenazar con sacar la reforma previsional por DNU. Una jugada que le evitará a Macri los ánimos caldeados del Congreso, pero que difícilmente lleve paz a las calles. Menos, cuando la socia estratégica de la coalición gobernante, Elisa Carrió, mostró abiertamente su rechazo a ese recurso, al que calificó de inconstitucional.
 
UNA GRIETA QUE DISPARA LAS ALARMAS
 
Con la marcación de la cancha que hizo la chaqueña, que hasta le mojó la oreja a Patricia Bullrich para que pare con la represión, quedó en evidencia que existe una crisis entre los socios políticos. Macri la deberá resolver de manera rápida, para que las heridas no se abran y los tiburones de la oposición no huelan sangre. No solo el oficialismo fracasó en el Congreso, porque los acuerdos con los gobernadores y el peronismo no funcionaron, sino por la posición de Carrió que dejó al descubierto una posible enojo con el comportamiento que muestra la Casa Rosada. 
También derrapó el frente comunicacional del oficialismo. No se explicó claramente en qué consistía, ni por qué se impulsaba la reforma previsional de manera tan urgente. Tampoco hubo cintura  para neutralizar la publicidad negativa que brotó desde todos los frentes.
La superproducción sobre el despliegue del aparato represivo, tampoco ayuda para un cierre de año que venía por los carriles normales. Nos retrotrae a los momentos más oscuros de la Argentina.Después del descalabro legislativo que se observó, nada será igual. Macri añadió el jueves pasado dos fantasmas de marcado tínte político que deberá desterrar de inmediato para garantizar la paz social en la Argentina. Uno es la maldita sombra de la violencia en las calles, que hizo recordar la crisis de 2001. Y otro, demostrar que no existió el mito de los diputruchos, como en la era menemista en el Parlamento.
Por el momento, ministros, gobernadores y diputados nacionales arribaron a un principio de acuerdo, que consiste en la emisión de un bono compensatorio a través de un decreto presidencial posterior a la sanción de la ley. Comprenderá a unas 8 millones de personas, para que los jubilados y beneficiarios de asignaciones familiares no resignen dinero por el cambio de la fórmula que calcula la movilidad de los haberes.
En tanto, se acordó entre los diputados de Cambiemos y del bloque Justicialista convocar a una nueva sesión especial para el lunes a las 14, en la que se volverá a intentar la aprobación del proyecto. Lo que se señaló es
que para "los que están en la media de los 10 mil pesos, el bono será de aproximadamente 600 ó 700 pesos" y se pagará en marzo por única vez. Sin embargo, el kirchnerismo, el massismo y la izquierda no recibieron con buenos ojos la medida, a la que calificaron de "poco clara".
 
 
UN EXTRAÑO TUFILLO PARA SEMBRAR EL CAOS
 
Esto le pone un signo de interrogación al final de la película. Muchos se preguntan por qué tanto apuro departe del Gobierno, Justo en diciembre, un mes muy sensible que se vive con intensidad en las últimas décadas. La Casa Rosada, que venía con todo el viento a favor, vivió por primera vez en carne propia el vértigo que encierra ir de manera desenfrenada y chocar frente al  paredón del descontento popular. Por estas horas, varios ministros y secretarios de Estado analizan con preocupación la caótica jornada en el Congreso con vistas a enmendar cualquier movimiento a futuro.
El tratamiento de la reforma previsional empieza a adquirir una dinámica que, si no se encarrila a tiempo, podrá marcar a fuego el destino del gobierno de Mauricio Macri. Los manuales de la política enseñan que los fracasos de un país afectan a todos sus habitantes. No obstante, sus consecuencias políticas inmediatas y directas, se abaten sobre la persona o el sector político que lo gobierna. Por eso, el principal desafío, hoy, es para Macri y la dirigencia de Cambiemos. Y no es una cuestión sencilla de resolver.
La discusión sobre quién tuvo la culpa de lo que sucedió alrededor del Congreso tendrá un recorrido muy previsible. según quien lo cuente. Pero en ese paquete, es el Gobierno quien tiene la principal responsabilidad de evitar que todo se siga desmadrando. El Presidente debe advertir, que el triunfo de octubre, aunque lo legitimó, no le puede nublar la mirada. Su respaldo fue minoritario. Un 42% del país es una gran minoría, pero una minoría al fin. Una buena lectura sería comprender que una victoria electoral es muy importante, pero no da la razón ni el poder para siempre, porque después sobrevienen estos porrazos que no son gratis y de los que cuesta levantarse.
En la Casa Rosada están convencidos de que hubo una mano negra en los disturbios. Brota un tufillo a sectores extremistas en la política que trabajan en la penumbra para provocar el peor de los escenarios. Los dedos acusadores señalan a aquellos que agitan las estrofas de "Macri, basura vos sos la dictadura".
 
FRENTE AL DEJAVU DEL 2001
 
Los ministros del Interior y de Seguridad, Rogelio Frigerio y Patricia Bullrich, junto con el jefe de Gabinete Marcos Peña evaluaron con el Presidente este potencial peligro de colocar a la Argentina en una suerte de déjà vu del 2001. Los trascendidos aseguran que la ministra de Seguridad le acercó al jefe de Estado un informe en el que le detalló que en las jornadas de protesta de la Capital y La Plata hubo un total de 40 detenidos. Allí figuran referentes de agrupaciones kirchneristas como el Movimiento Evita, Azul y Blanca, Quebracho, el MST, el PTS, el Partido Obrero, el Frente de Izquierda, Barrios de Pie, CCC, Agrupación Darío Santillán, MTK, gremialistas aeronáuticos, de la CGT, el Sindicato de Judiciales de la Ciudad, ATE, Unión Ferroviaria, CTA, SUTEBA, la UOM y la FUBA, entre otros. El informe señaló a "un grupo de anarquistas compuesto por alrededor de 100 personas que se habrían concentrado en la esquina de Lima y Avenida de Mayo". El Ministerio de Seguridad, cree que estos individuos se enfrentaron de manera violenta con las fuerzas de Gendarmería y la Policía Federal. Macri leyó con preocupación el documento en el que se puso énfasis en que los manifestantes tiraban piedras, palos y "otros elementos contundentes". El informe destaca que hubo más de siete agentes de la Policía Federal heridos. Algo similar ocurrió en La Plata, según el mismo documento que le llevó Bullrich a Macri.
Esto fue lo que el jefe de Gabinete Marcos Peña definió más tarde en conferencia de prensa como los "piqueteros del recinto" en relación a aquellos manifestantes y fuerzas políticas que buscaron "vulnerar el orden institucional". Según el Gobierno, se necesitaron 800 efectivos de la Gendarmería, 250 policías federales y 100 policías de la PSA para mantener el orden. Esto fue lo que la oposición calificó como una zona del Congreso "militarizada" donde se usaron gases lacrimógenos y balas de goma que hirieron a manifestantes y a trabajadores de prensa.
 
UN ESCENARIO PARECIDO AL "ESTADO DE SITIO"
 
Lo que hay que dejar en claro, es que en la Argentina rige el estado de derecho y el clima no es igual al del 2001. No obstante, hay sectores que intentan emular esos agitados días y el gobierno busca de todas maneras desterrar esos fantasmas. Para el próximo lunes día en que se volverá a tratar el proyecto en Diputados, desde el Ministerio de Seguridad ratificaron que desplegarán el mismo esquema de control de fuerzas que hubo el jueves en las inmediaciones del Congreso. Se cubren las espaldas, señalando que desde el bloque piquetero nacional anunciaron un "estado de alerta y movilización permanente" si el Gobierno avanza por decreto con la reforma previsional. Así, los movimiento sociales como Barrios de Pie o la CCC denunciaron que hay una suerte de "estado de sitio y militarización en la Argentina que hay que combatir".
Hoy todos los ojos sobre los pasos del Gobierno están puestos en Elisa Carrió. Sobre todo, porque la legisladora minutos después que Emilio Monzó se enfrentara a los gritos con los diputados kirchneristas y hasta le tirara una trompada a Leopoldo Moreau, ella, muy calma, mantuvo un diálogo fraternal desde su banca con Andrés "Cuervo" Larroque, referente de La Cámpora. Se dice que ambos acordaron en esa charla levantar la sesión.
Frente a este escenario, los gobernadores peronistas están molestos por el rol de Carrió en la discusión por la reforma jubilatoria y ya se preguntan si en la Casa Rosada manda ella o Mauricio Macri, luego de que la líder de la Coalición Cívica complicó la previa de la sesión con las críticas al proyecto y más tarde dinamitó el DNU, que tenía el aval de las provincias. Los mandatarios provinciales se quejan, al sostener que "al final quedamos como los socios del ajuste y ella que es parte central de Cambiemos, aparece como la que salva a los jubilados y les consigue el bono.
En la Rosada se viven horas difíciles. Saben y no lo niegan, que existe un problema serio con Carrió. La timonel de la CC, además se habría cruzado de manera grosera con un peso pesado del Gobierno. Y en algunos despachos hasta se habla que Lilita está con un pie afuera del oficialismo. ¿Será cierto o es otro de sus característicos amagues?. Hagan juego señores, que el lunes se juega otra bola en el Congreso.

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