lunes, 12 de junio de 2017

Ayer nomás: cuatro décadas de periodismo en carne viva y una historia que aún sangra


En la década del 70, el Falcon era el auto más vendido y la publicidad lo calificaba como: "el Ford T del año 2.000". Luego, en un suspiro saltamos al nuevo siglo y ese vehículo aún sobrevive con toda su fortaleza. A los periodistas nos pasó algo parecido. El Siglo XX dijo chau abruptamente y no nos dimos cuenta que las noticias que nos sacudieron en su momento, nos pasaron por encima, como una topadora. La vida profesional fue generosa conmigo. Me dio el privilegio y la responsabilidad de convertirme en editor a los 24 años. Esa experiencia me enseñó a templar el acero en la toma de decisiones. Hoy quiero recordar algunas de esas vivencias en el "Día del periodista", porque es una manera de rendir homenaje a todos los colegas que me ayudaron a transitar por el camino de las ideas.
 
PERIODISMO EN CARNE VIVA
 
Es un tributo a una de las más duras y apasionante de las profesiones. El mío fue un periodismo en carne viva. Con muchas cosas que me dolieron. Y otras que me hicieron emocionar. Fue el salto de un siglo a otro, en medio de hechos impactantes y dolorosos. De la muerte del general Perón, a la dictadura militar, transitando por la noche más oscura y sangrienta de la historia Argentina. La emoción del primer campeonato mundial de fútbol obtenido en el 78. El advenimiento de la democracia y la quema del cajón de Herminio Iglesias en la avenida 9 de Julio, que aceleró el triunfo de Alfonsín.
Los atentados a la AMIA, a la embajada de Israel y a las torres gemelas de Nueva York, que marcaron la irrupción del terrorísmo más despiadado en la escena mundial.La historia aún sangra por todo ello, pero se recuperó y sigue su marcha.
 
UNA CHARLA CON MARCAPASOS Y MULETAS
 
Para arrancar esta apretada y vertiginosa síntesis, elegí a uno de los grandes hombres del siglo XX como ejemplo. Hoy poco se lo recuerda, pero fue prenda de paz en la política. Muchos deberían aprender de él, para conformar de una vez por todas los consensos que faltan y nos hacen fracasar como país.
Corría diciembre de 1975, cuando me encomendaron hacerle una entrevista a Ricardo Balbín, el líder de la Unión Civíca Radical . Por aquel entonces mi cabello era negro y engominado. Tenía las patillas largas, como se observa en la foto que ilustra esta nota. Eran tiempos tumultosos para el país. La violencia y el caos empezaban a socavar las instituciones y le ponían fecha de vencimiento a la democracia. En las calles y en los bares se hablaba de un golpe militar en ciernes. Aunque parezca descabellado, se afirmaba que muchos civiles estaban golpeaban las puertas de los cuarteles porque la situación era insostenible. 
 
EL CURSO DE LA HISTORIA
 
En aquellos días, uno de los títulos del diario La Razón sentenciaba lo peor. Al estilo de su editor, Félix Laiño y en letras cuerpo catástrofe anunciaba en la política : "Horas decisivas". Era evidente que algo iba a pasar. A unos 80 kilómetros de la Casa Rosada, me tocaba entrevistar por entonces a don Ricardo Balbín. Fue en la vieja casona de la calle 49 y 12 de La Plata. El tema que me llevó a buscar su opinión, era su visión ante el peligro que los militares interrumpiesen el gobierno de Isabel Perón. Ese día, después del quinto cigarrillo, me dio el título que esperaba : "Con marcapasos y muletas, pero vamos a llegar .Triunfará la democracia". La frase ocupó la parte principal de la tapa, pero lamentablemente no sirvió para cambiar el curso de los acontecimientos.
El 24 de marzo de 1976 la historia le dio la espalda al presagio del viejo caudillo radical. Los militares se adueñaron del poder y comenzaron los años de plomo, donde los derechos humanos fueron pisoteados con los métodos más aberrantes.
 
MURIO PERON
 
Pero cuando murió Perón, hubo un hecho que hoy es conveniente rescatar a propósito de los frustrados intentos por cerrar la tan promocionada grieta de la que se habla. Aquel primero de julio de 1974 y en medio de un diluvio, con colas de varias cuadras con gente mojada que quería despedir al cuerpo del viejo general en el Congreso de la nación, Balbín dio una lección democrática que pasó a la historia. "El viejo adversario viene a despedir al amigo", expresó visiblemente acongojado, con la voz pausada y casi ronca, de una garganta gastada por el cigarrillo.Tiempo antes, había dado otra lección de reconcialiación, al saltar por una medianera para llegar a reunirse con Perón en su casa de Gaspar Campos y eludir el asedio periodístico. Perón sabía que le quedaba poco tiempo de vida y ambos adversarios del pasado, habían convenido trabajar juntos en el corto plazo para sacar del pozo al país.El crimen del líder de la CGT, José Ignacio Rucci, le había pegado muy duro a Perón, que temía que la izquierda le cope el gobierno.
 
CON RUCCI Y LAS AMETRALLADORAS
 
Tiempo antes del trágico atentado, entrevisté a Rucci. Tuve que pasar por no menos de diez controles con hombres armados con ametralladoras. Me confesó que él dormía cada día en un domicilio diferente, porque temía que lo maten. "Los zurdos (por los montoneros) quieren adueñarse del gobierno y sacar al general", me dijo. Aquel hombre diminuto y de campera de cuero, que sostuvo el paraguas en Ezeiza para que el general no se mojase al descender del chárter del retorno, la tenía clara. Perón terminó echando a los montoneros de Plaza de Mayo y se recostó sobre el movimiento obrero. Se desató entonces una terrible guerra entre la derecha ortodoxa y la izquierda peronista que pasó a la clandestinidad, con la irrupción de la "Triple A", el escuadrón de la muerte más temido.
 
EL CAJON QUE MARCO LA DERROTA DEL PERONISMO
 
Hoy en el Día del Periodista y con el viento del pasado que me pega en la cara, muchos gobiernos se ayudaron con marcapasos y muletas, como decía Balbín. Por eso afortunadamente la democracia no se interrumpió después del 83, aún con el intento de Aldo Rico en Semana Santa, el copamiento al regimiento de La Tablada y la sublevación de los carapintadas contra Carlos Menem. 
Frente a todos esos acontecimientos, aún no me explico como no logró sobrevivir la frase  de reconciliación de Balbín, que "el viejo adversario viene a despedir al amigo". El adversario entonces, paulatinamente se fue convirtiendo en el enemigo.
 
LA PIEDRA EN EL ZAPATO
 
Y La brecha de odios y rencores se fue ampliando nuestros días, de manera irracional por los fanatismos que dividieron a amigos y a familias enteras.
En  el 83 cuando ganó Alfonsín, la sociedad mandó una señal gravitante de que no quería más desbordes. Entendió que el cajón que quemó Herminio Iglesias en la 9 de julio y que representaba al radicalIsmo, era un hecho deleznable para castigar. El pueblo habló en las urnas de manera categórica y le dio crédito al hombre que en sus discursos afirmaba "voy por la vida, voy por la paz".
A esa altura de los acontecimientos, en medio de éxitos,fracasos e intentos de censura, comprendí que el periodismo, es una espada de buen filo. Pero no el cuarto poder, como algunos lo llaman, sino el contra poder. El guardián de los que se abusan de las bondades del Estado y los pone en vereda. Los hombres de prensa somos una piedra en el zapato para los gobiernos. Destapamos los escándalos de corrupción antes que la justicia. Y cuando les marcamos la cancha, nuestra mirada perturba e incomoda. A los dueños del poder les encandila la luz del faro que ilumina los costados oscuros de sus gestiones. Nos encasillan entonces según les convenga. Nos tildarán de peronistas, radicales, macristas, comunistas, o hinchas de tal o cual equipo.Todo vale, cuando la intención es quitarnos crédito. Pero, afortunadamente. el que juzga es el lector, nuestra única fuente de supervivencia.
 
CUANDO LA GENTE CASTIGA EL ENGAÑO
 
Uno de mis maestros solía explicarnos, que "cuando afirmamos que algo es blanco, no puede haber nadie que demuestre lo contrario". Significaba chequear todo y no dejar espacios para la duda. Sabía que si de algo no se vuelve, es del ridículo. Pero aquellos preceptos maravillosos de la prensa precisa, se fueron diluyendo con el paso de los años. El vértigo por dar antes la primicia, se convirtió en un potro indómito que muchas veces llevó al descrédito de los medios. También hay que decir que muchos medios se cobijaron bajo el ala del poder de turno para poder sobrevivir, pero lo pagaron caro.La revista Gente por ejemplo, tuvo que pedir disculpas por haber apoyado en su momento al proceso militar. También le tocó desembolsar una indemnización fabulosa al fotografiar en su tapa la agonía de Ricardo Balbín, cableado y en la sala de terapia intensiva de un sanatorio platense. 
 
PERIODISMO DE GOLPES BAJOS
 
Fueron golpes bajos de un periodismo, que muchas veces por el afán de vender y posicionarse, terminó rifando su prestigio. Las secuelas de la guerra de Malvinas, son otro ejemplo.Después de la derrota que nos propinaron los ingleses, la mayoría de los medios fuimos condenados por la gente. No es para menos, fue porque la censura que se impuso desde el poder militar nos obligó a dar solamente los partes oficiales. Fue bajo amenaza de clausura y que seríamos considerados traidores a la patria. Todos los editores debíamos ir semana a semana al Comando en jefe del Ejército para recibir pautas en el manejo informativo. Finalmente, la gente terminó castigando el engaño. De vender más 200 mil diarios , con títulos como : "Estamos ganando" ,"Hundimos portaviones Invencible" y "Que venga el principito", todo como si fuera un Boca River, nos caímos en el fondo del abismo en las ventas y costó años revertir esa situación. Fue una suerte de condena popular a la mentira que nos obligó a vender el proceso militar.
 
A PUNTA DE AMETRALLADORAS
 
Durante más de 40 años de ejercicio en la profesión pasé por todos los estadíos. Fuí testigo obligado del período más antiguo. Pasé de las impresiones artesanales, con letras de molde y llegué a esta modernidad, que cada día nos sorprende con nuevas herramientas. Del plomo de las laboriosas linotipos, pegué un salto al offset. De ser embajador de la Olivetti, tuve que mudarme obligatoriamente al mundo de las computadoras. La tecnología, nos acercó elementos vertiginosos como Google, hoy un archivo indispensable para nutrir las informaciones.
 
TENER QUE ENFRETARSE A CAMPS
 
En el trayecto del siglo XX  al XXI, me tocó ponerle el freno de mano a varios intentos de censura. Sufrí amenazas de muerte, aprietes, operaciones, traiciones y ví las peores miserias humanas de quienes pretenden trepar sin estrellas . Dos veces durante la dictadura militar allanaron mi redacción. En una ocasión me pusieron una ametralladora sobre la mesa y pararon la impresión del diario. Ocurrió a la medianoche y durante una huelga ferroviario de gran impacto. El general Camps, que era jefe de Policía de la Bonaerense, había mandado a su patota a recoger las pruebas de página. Se las llevaron a fuerza de prepotencia y nos obligaron a esperar el visto bueno. Eran como 20 tipos, todos civiles a cara descubierta en la redacción y armados hasta los dientes. Llamé al dueño del diario para pedir instrucciones y no pude localizarlo. Estaba solo y con la voz de mi conciencia. Cuando había pasado una hora y sin respuesta, le pedí al que comandaba el grupo si me permitía arrancar el diario a puertas cerradas. Era para ganar tiempo de impresión y llegar a tiempo a los kioscos. Asintió con la cabeza, pero me aclaró que si la respuesta era negativa "te comés los diarios". Iban 40 mil ejemplares, y yo cortaba clavos, sacando la cuenta de cuantos sueldos iba a necesitar para poder pagar la impresión, cuando llegó el afirmativo.
 
EL ASESINATO DE UN DIRECTOR
 
Con temple y persuasión, logré salir a flote, pero siempre quedaba el temor a represalias. Vivimos con mucho dolor el asesinato de un director del diario. Fue de la manera más cobarde, a manos de un grupo terrorista que lo secuestró y ejecutó por denunciar los desbordes de la izquierda. También me tocó informar en medio de las balas, el día que el ERP asesinó en una casa de Villa Lugano, al presidente de la Fiat, Oberdan Sallustro. Esa vez llegamos poco después que la policía, en medio del tiroteo. También una vez casi me estrello con un avión particular en el Río de La Plata, cuando viajaba con un grupo de compañeros a cubrir una misión periodística a Rosario.
 
LAS "SUGERENCIAS" DE GALTIERI
 
Uno de los episodios más traumáticos que recuerdo, lo viví en un mano a mano con el ex dictador, el general Leopoldo Fortunato Galtieri. Fue poco antes de la guerra de Malvinas.Me citaron al Comando en Jefe por publicar en la tapa una foto del hallazgo de un osario camino a Berisso.Terminaron siendo huesos arrojados por un grupo de estudiantes de medicina, pero a los militares les dolió. El hecho sucedió en vísperas de la visita al país de la Comisión de Derechos Humanos, que comandaba la norteamericana Patricia Derían. Frente a un vaso de whisky a las rocas, Galtieri me sugirió ser más liviano para elegir temas y publicar fotos de chicas en la tapa. " Hay que alegrar a la gente", dijo. Cuando regresé al diario llamé al dueño del diario que estaba en Nueva York y lo interioricé de lo sucedido. Me bancó, pero me llenó de incertidumbre, al proponerme cambiar de camino para regresar de Avellaneda a La Plata, ciudad en la que aún vivo. Así era el comportamiento de quienes gobernaban los destinos del país en aquellos tiempos de censura y prepotencia. Recuerdo también que teníamos que disfrazar los enfrentamientos con  la guerrilla como episodios de la delincuencia común. Era una manera de obligar a los militares a blanquear los hechos a través de comunicados.
 
TESTIGO OBLIGADO DE HECHOS IMPACTANTES
 
En ese largo camino de este ejercicio permanente de abnegación, fui testigo de catástrofes aéreas, terremotos, guerras,alzamientos militares, inundaciones devastadoras, barcos hundidos y crímenes horripilantes, como los cometidos por Robledo Puch, los hermanos Schoklender y la masacre de Trelew. Además, muchos famosos se despidieron de la vida terrenal y ocuparon mis tapas. Por citar algunos, fueron Elvis Presley, Luis Sandrini, Alberto Olmedo, Ireneo Leguizamo, Angel Labruna, Carlos Monzón, Cristina Onassis y el doctor René Favaloro. La mayoría de esos casos, paradójicamente ocurrían a la hora de cierre.Vale la pena contarlo, porque mientras todos corrían detrás de la noticia, me iba al baño. Me lavaba la cara. Fumaba un pucho y luego subía las escaleras, rumbo a la redacción. Me había servido para clarificar las tareas y la cantidad de páginas que desplegaríamos del hecho. No era fácil. Había que tirar casi todo lo elaborado durante varias horas y dedicar el espacio más amplio a la nueva cobertura. Había que hacerlo en tiempo récord. 
 
REBELDIA ANTE LAS INJUSTICIAS
 
Esa adrenalina fue mi mejor medicina. Aún extraño el perfume de las redacciones, el bullicio, el vértigo y las pulsaciones. Aquellas vivencias me enseñaron a sobrevivir con dignidad frente a los desafíos. Lo hice sin bajar la guardia y siempre tratando de redoblar la apuesta, para transmitirle seguridad a mis colaboradores, verdaderos leones de la información. 
A propósito de mi equipo, como me gustaba llamarlo, en una ocasión un empresario, intentó ponerme contra las cuerdas por mi solidaridad con ellos. Me reprochó que mi función parecía la de un delegado gremial, porque siempre iba a pedir aumento de sueldo para el personal. Le retruqué entonces: ¿Pero debe reconocer que los muchachos nunca le pararon el diario?. Hizo un profundo silencio, bajó los lentes y se echó para atrás en el sillón, dando por finalizado el diálogo. Sé que esas situaciones no me ayudaban para progresar en la empresa, pero mi rebeldía frente a las injusticias, me superaba. 
 
NADIE ES MARADONA
 
No obstante, debo decir que en mi carrera estuve casi siempre en función de editor en jefe. Pero cuando me tocó descender por alguna circunstancia, nunca fui a lamentarme por los rincones. Confié siempre en volver a dar pelea para  resucitar. Aprendí que en cualquier medio, todos somos un número y que el uno, es patrimonio del dueño. Los cargos son prestados y nadie es Maradona. Todos terminamos en dos columnas por 20 centímetros de alto, cuando nos agradecen los servicios prestados y nos ponen la cruz en la partida definitiva.
Perdí muchos amigos por el camino, algunos murieron. A estos últimos aún los veo en mis sueños. Por las madrugadas siento que llegan a cuidarme y a decirme si necesito algo. Eso me gratifica. Siento como una brisa fresca que me transporta hacia los mejores momentos, cuando todos empujábamos parejo detrás del carro ganador de una ilusión. No hago nombres, porque sería ingrato olvidarme de alguno. Pero saben que los llevo en mi corazón, porque sin ellos no hubiera sido posible manejar el timón con firmeza.
 
EL "SI" QUE ME ACERCO EL EQUILIBRIO
 
Mi padre también me ayudó a retemplarme, porque a su manera, fue un hombre sabio. Desde chico me leía el "Sí", la obra majestuosa del escritor y poeta inglés Rudyard Kipling. Aún ese texto me acompaña en mi escritorio y recurro cada tanto a releerlo. Es una forma de calmar las ansiedades. Voy a reproducir la estrofa que más me impactaba: "Si puedes soñar, sin que los sueños imperiosamente te dominen.Si puedes pensar, sin que los pensamientos sean tu objetivo único.Si puedes encarar al triunfo y al desastre y tratar de la misma manera a esos dos impostores. Si puedes aguantar que la verdad por ti expuesta la veas retorcida por los pícaros, para convertirla en lazo de los tontos.O contemplar que las cosas a que dedicaste tu vida se han deshecho.Y agacharte y construirlas de nuevo, aunque sea con gastados instrumentos, serás UN HOMBRE, hijo mío". 
 
LA UNIVERSIDAD Y LA CALLE
 
Kipling fue un iluminado en tratar al éxito y al fracaso como dos impostores.Me obligó a comprender que no hay que creerse el mejor y apostar por la humildad, porque la caída sin red termina siendo muy dolorosa.
Esa fue mi brújula durante toda la carrera en los medios. Antes de llegar a destino, fui a dos universidades. A la de La Plata, donde logré la licenciatura en Ciencias de la Información. Y a la de la calle, como dice mi colega, Alfredo Cacho Rubio. De esta última también tengo el diploma, porque creo que el asfalto y el barro son indispensables para poder acercarse a la gente. Conocimientos, experiencia y sentido común, es la fórmula para hacer la diferencia en este oficio . Hay que entender que el periodismo es un sentimiento. Entra por la piel, se calienta en el corazón y se enfría en el cerebro, a la hora de medir las consecuencias de lo que vamos a decir.
 
AL MAESTRO CON CARIÑO
 
Tenía apenas 18 años, cuando uno de mis profesores,Teódulo Domínguez, me bendijo en medio de decenas de crónicas periodísticas que había encargado a sus alumnos. Fue durante el regresó a La Plata de Estudiantes, después de obtener el campeonato del mundo en Inglaterra. Un 16 de octubre de 1968 que también empezó a marcar mi vida profesional. 
Domínguez nos mandó a todos a la calle a escribir una crónica de primera mano. Había que describir el clima que se vivía. Prometió elegir los tres mejores trabajos y leerlos en público. Días después, cuando llegó ese día, primero eligió dos y le dio un marco de gran suspenso al tercero. Para ese entonces,había perdido las esperanzas de acceder al podio, pero aguardé resignado. Cuando llegó el momento más álgido, exclamó: "Aquí hay un periodista". Se hizo un profundo silencio y pronunció mi nombre. No es poco, porque era mi primer año en la carrera, el puntapié inicial de un partido que duraría más de cuatro décadas. Ese día cuando terminó la jornada y después de ser felicitado por el rector, Enrique García Urcola, bajé por las escaleras blancas de mármol de carrara de la vieja casona de las calles 53 entre 9 y 10 con el corazón que se me salía del pecho. El profe aquella vez me tiró una enorme responsablidad, pero fue el motor y las pilas que necesitaba para tomar impulso.Hasta el día de hoy no dejo de agradecerle la garra que me transmitió.El hablaba que había que estimular el talento que todos tenemos adentro, una madera hoy casi en extinción. 
 
AQUI HAY UN PERIODISTA
 
Teódulo Domínguez hizo escuela y me acercó las herramientas.Otros después me ayudaron a perfeccionarlas. Si algo hice luego, fue escuchar y aprender de los que más sabían. Me largué a meter mano como podía y me ensucié las manos con tinta en los talleres, la única manera de aprender. 
Con el paso de los años, Domínguez también me distinguió con un capítulo en su libro denominado "Entre periodistas". Apareció mi nombre en  su tapa junto a colegas de peso, como Magdalena Ruíz Guiñazú, Joaquín Morales Solá, Eduardo Van der Kooy, Julio Blanck, Jorge Lanata, Pepe Eliaschev y Nelson Castro, entre otros. En esas páginas, nos dio un capítulo a cada uno para contar nuestras experiencias más impactantes en las redacciones.
 
EL LARGO CAMINO A CASA
 
Pasaron por mi cantera muchos periodistas. Muchos de ellos hoy son famosos.Transité por seis diarios. De tres participé de la fundación. Uno de ellos hoy es el tercero más importante de la Argentina. Allí aprendí a ser popular. Cuando nació, éramos apenas un puñado de jóvenes soñadores. Pero todos tirábamos parejo.Con él inauguramos el color en la Argentina, meses antes de el Campeonato Mundial 78.Tenía las fotos de César Menotti y Ernesto Villa en la tapa. Y de ocho mil ejemplares de venta que tuvo en su aparición, con el paso del tiempo llegamos a vender medio millón. Era tal la pasión, que defendí a cada medio que me tocó comandar, con la camiseta puesta. Hasta llegué a apagar las luces que estaban de más para hacer economía. 
 
MAS TIEMPO EN EL DIARIO QUE EN CASA
 
También manejé tres revistas y una radio FM. En más de 4 décadas, entrevisté a casi todos los presidentes y a los líderes  políticos y gremiales de las diferentes facciones. Tuve el privilegio de hablar varias veces con general Perón, después de su regreso al país, hecho que me tocó cubrir paso a paso.Se podrá estar o no de acuerdo con él, pero nadie puede negar que fue uno de los grandes visionarios que dejó el siglo 20. Con su muerte, hubo un antes y un después en la política. Lo escuché hablar de ecología en la década del 70, cuando nadie mencionaba esa palabra. Ese día en el restaurante Nino de Vicente López había 200 periodistas y estaba hasta la BBC de Londres. Dijo que venía como prenda de paz, pero lamentablemente las luchas internas, el terrorismo y la "Triple A", provocaron una guerra sin cuartel y hasta se desencadenó la masacre de Ezeiza. El primero de julio del 74, Perón murió y luego vino el golpe militar contra Isabel . Llegaron los temibles años de plomo.
Debo decir que casi toda mi vida la pasé más en el diario que en mi casa, desde donde afortunadamente mi familia me sostuvo en los momentos más difíciles.Tal vez llegué con marcapasos y muletas como decía Balbín, pero sigo peleando desde mi lugar. Buscando restos de adrenalina por los rincones de mi escritorio y volcando mis memorias en un libro, una fuente inagotable de vivencias y recuerdos.
 
GRACIAS, PERIODISMO
 
Hoy 7 de julio, una vez más hay que rendir homenaje a Mariano Moreno y a la Gaceta de Buenos Aires, que fueron nuestros precursores. Refresquemos la memoria. Pensemos en que tal vez sea uno de los últimos tributos al papel y la tinta, porque estamos en el preludio del diario digital.Honremos a los colegas que entregaron sus vidas por pensar diferente. A los maestros que nos ayudaron a ser mejores. Fijemos el compromiso de trabajar para corregir la falta de rigor informativo, el insuficiente chequeo de datos, el mal uso del idioma, la repetición de noticias, los enfoques superficiales y las narraciones de baja calidad. Trabajemos por mejores contenidos y retribuciones superiores. Hoy ya no hay excusas para echarle la culpa a las amenazas externas. Se puede hablar con libertad y nadie puede cercenar las ideas, porque ya no hay espacio para las dictaduras. Hay que repensar el futuro sin miedos. Doy gracias al periodismo por lo que me toco vivir. Y lo importante, es que la profesión no me dejó facturas que pagar.

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