lunes, 3 de abril de 2017

El alarmante escrache a la casa de Vidal y el arribo del fantasma de la intemperancia

Es más que evidente, que el conflicto docente bonaerense, en la medida que se prolonga va mostrando su peor cara. Padres, maestros, dirigentes gremiales y el propio gobierno, están al borde de un ataque de nervios. No sería extraño que en cualquier momento la situación explote mal.
Una prueba de ello, es que mientras la gobernadora María Eugenia Vidal asistía al programa Intratables por el canal América, después de un largo periplo por otros medios para explicar los pormenores de la empantanada negociación, sus asesores le hicieron saber una noticia que la paralizó y le llenó los ojos de lágrimas.Un grupo de manifestantes en ese momento escrachaban su casa, donde vive con tres hijos, ubicada en la Base Aérea de Morón. Se trata de una facción de integrantes de la seccional Morón del gremio SUTEBA y militantes identificados con la agrupación kirchnerista Nuevo Encuentro, que lidera el ex jefe de la AFSCA, Martín Sabatella. 
La protesta, que se inscribió en una serie de actos que los gremios desarrollaron en varios puntos de la Provincia, arrancó con un bocinazo por las calles céntricas de Morón y desde allí los manifestantes confluyeron en la residencia de la mandataria, para, según dijeron, que "escuche a los docentes".
Desde el SUTEBA dijeron desconocer el hecho, pero los militantes de Nuevo Encuentro Castelar publicaron en Twitter varias fotos con banderas identificadas con el gremio que encabeza Roberto Baradel y pecheras de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).
Vidal no pudo ocultar su angustia ante el panel de Intratables."Hace un rato había un grupo de delegados gremiales protestando en la puerta de mi casa. Mis hijos están por llegar. Además, en la base militar donde vivo, hay una escuela y es la hora en que los chicos salen. ¿Nadie piensa en ellos?. Está la Gobernación, la sede del Ministerio de Educación y mis oficinas en el Banco Provincia para que protesten. ¿No pensaron que allí estaban mis hijos y los hijos de otras familias que estaban saliendo de la escuela", dijo la gobernadora, cuando el aire se cortaba con una gillette.
Los nazis realizaban este tipo de prácticas. Volver al pasado de esta manera, es injustificable en tiempos de democracia, donde está permitida la protesta y el derecho y ejercer el derecho a huelga.
Que una mandataria tenga que vivir en una base militar por haber desafiado a la mafia policial y tratar de erradicarla, ya es un  hecho grave. Y que ahora la ataquen de esta manera, quiere decir que algo anda mal en la Argentina y la grieta es demasiado profunda.
Por eso no se entiende este tipo de actitudes como la de los docentes que ponen sobre la mesa un problema de valores muy profundos, a la hora de protestar. Vidal coronó sus reflexiones para focalizar sobre los responsables de estas actitudes,señalando que "la calle es de todos, de ningún espacio político". 
La gobernadora ha quedado demasiado expuesta frente al conflicto, justamente cuando es la figura que m{as mide del Gobierno. Está jugando con fuego al confrontar con los gremios, convencida de que "están haciendo política". Vidal les advierte a sus íntimos que "Roberto Baradel tiene jefa", en alusión a Cristina Kirchner. 
También equiparó la batalla por las aulas abiertas con "las peleas que se animó a dar", frase que utilizó el año pasado para referirse a la denominada "maldita policía". 
Vidal también apostó a abrir la grieta entre los dirigentes gremiales y sus bases. En esa dirección, fue contundente al señalar que "ese grupo reducido que en general tiene privilegios gremiales, se lleva millones de pesos al año, perjudicando al que va a trabajar todos los días".
Decirles en este momento a los docentes que su salario puede mejorar si los gremios dejan  de amparar "el fraude de las licencias de un grupo de privilegiados", pone en foco en un lugar más preciso el vínculo entre docentes y sindicalistas. La apuesta no deja de ser riesgosa a esta altura de las circunstancias. Pero responde a dos certezas que ganan fuerza en la mesa chica de la residencia de la calle 6. La primera, tiene que ver con encuestas que dan cuenta que los bonaerenses culpan mayoritariamente a los gremios, pero le reclaman a la gobernadora que no baje la guardia y se muestre activa en solucionar el problema.
Las alarmas han empezado a sonar en la Argentina. Las muestras de intemperancia se están precipitando rápidamente y de manera peligrosa. La confrontación cada vez lastima más profundo. Una prueba de ello, es otro episodio trágico que ocurrió en las últimas horas. Fue cuando un hombre de 38 años, perteneciente al Sindicato de Vigiladores, que participaba de un piquete en la localidad santafesina de San Lorenzo, murió al ser embestido por un camión que no se detuvo frente al bloqueo que se realizaba en el cruce de las rutas 10 y nacional 11, en el marco de la jornada de protesta de la CTA. La bronca y el estado de conflictividad existente hoy en las calles, es una bomba de tiempo que puede explotar. Es momento de bajar un cambio,antes de que los fogoneros de la intranquilidad, nos pongan a las puertas del infierno. 

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