martes, 29 de noviembre de 2016

Murió Fidel, pero tuve el privilegio de ver su última Cuba y el anticipo de su hora final

Cuando me enteré esta madrugada de la muerte de Fidel Castro, me entró la nostalgia, porque se iba uno de los hombres más emblemáticos del siglo XX. No obstante, agradecí haber ido a Cuba este año y encontrar aunque sea la última estela que dejó un líder histórico que se levantó ante el mundo capitalista y marcó a fuego la resistencia de un pueblo asqueado por los desbordes de la dictadura corrupta de Fulgencio Batista


Me llevé de allí la postal optimista de seres más descontracturado y con derecho al libre pensamiento. Fue lo que se respiraba en las calles y paseos. Percibí con asombro que  lejos de los mitos ciudadanos, desde la Plaza de la Revolución a Cienfuegos, los cubanos no tenían miedo de hablar. Se expresaban con libertad, aunque  dejando en claro en todo momento, que no abandonarían los principios ideológicos por lo que lucharon y sufrieron. Me pareció increíble ver los afiches en las calles anunciando la visita de Obama y de Los Rolling Stones. Tomé fotos, para contarle a mis hijos que algo diferente pasaba en  el mundo y que se empezaba a abrirle los brazos a los pueblos insurrectos con los imperios.
Con los ojos húmedos, su hermano, el presidente Raúl Castro, dio la triste noticia de la partida de Fidel esta madrugada en la televisión estatal. “A las 10:29 de la noche falleció el comandante en jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro”, dijo Raúl. Visiblemente emocionado, añadió que sus restos serán cremados “atendiendo su voluntad expresa”. Castro tenía 90 años y se lo vio por última vez el pasado 15 de noviembre, cuando recibió en su residencia al presidente de Vietnam, Tran Dai Quang.
Figura legendaria y uno de los principales protagonistas del siglo pasado, Fidel se proyectó al mundo desde Cuba, donde ejerció un poder absoluto, que debió ceder a su hermano Raúl el 31 de julio de 2006, aquejado de una grave enfermedad intestinal. En febrero de 2008 renunció definitivamente a la presidencia  y en abril de 2011 a la jefatura del gobernante Partido Comunista.Su enfermedad y delegación del mando abrieron una nueva etapa en la historia de la pequeña isla, con perspectivas de cambios económicos, aunque no políticos, bajo el gobierno de Raúl Castro.
 Cuando visité La Habana era un secreto a voces que la salud de Fidel se deterioraba a pasos agigantados. Ya casi no tenía apariciones públicas y se decía que lo mantenían vivo gracias a los cuidados de una corte de médicos de primera línea.  No obstante, en  el ocaso de su vida, Fidel alcanzó a ver lo que parecía imposible: el fin de la enemistad con Estados Unidos, su principal adversario por medio siglo, fruto de un histórico acercamiento iniciado por Raúl y el presidente Barack Obama y anunciado al mundo el 17 de diciembre de 2014. Ambos países restablecieron lazos diplomáticos el 20 de julio de 2015, cerrando el último capítulo de la Guerra Fría en América.
EL MAS ANTIGUO DE LOS GOBERNANTES
Fidel Castro llegó a ser el más antiguo gobernante en ejercicio en el mundo y bajo su régimen nació el 70% de los 11 millones de cubanos, que desde 2006 se habituaron paulatinamente a su eclipse del poder. Hombre del eterno desafío a Washington, que instauró un régimen comunista a 150 km de las costas de Estados Unidos, el líder cubano despertó amores y odios: considerado por unos como símbolo de soberanía y dignidad latinoamericanas, de solidaridad y justicia social; y por otros como un dictador megalómano y cruel.
Sus críticos le achacan con vehemencia haber forjado un sistema totalitario de partido único, represor de toda disidencia y con un rotundo fracaso económico. Pero  sus admiradores - y me consta por los testimonios que recogí- lo destacaban por haber elevado los índices de salud de Cuba al nivel de los del primer mundo. Además, desarrolló la educación, la cultura y el deporte. En La Habana vi las grandes mansiones expropiadas en la era de Batista, convertidas en una escuela por cuadra, además de centros de salud diseminados por toda la isla. "Nuestra materia prima es exportar médicos. Son los mejores del mundo", me dijeron con orgullo en cada uno de los sitios que visité. También le agradecían a Venezuela la ayuda que les proveyó, sobre todo en materia de combustibles. Respetaban a Chávez, aunque no a Maduro, de quien decían que cuando se veía en apuros, " lo primero que hace es venir a Cuba a pedirle consejos a Fidel y a Raúl".
LIDERO UN MOVIMIENTO DE ALCANCE CONTINENTAL
Último de los protagonistas de la Guerra Fría y en particular de su momento más candente -la crisis desatada por la instalación de los cohetes soviéticos con ojivas nucleares en Cuba en 1962-, Fidel Castro lideró un movimiento insurgente de alcance continental en América Latina, donde cientos de miles tomaron las armas inspirados en la revolución  para enfrentar regímenes de derecha o sangrientas dictaduras respaldadas por Estados Unidos. De emblemática barba y uniforme verde olivo, el “Comandante en Jefe”, llamado simplemente Fidel por los cubanos, fue un líder de personalidad aplastante, omnipresente y de discursos maratónicos. Su rostro y el del Che Guevara, están por todos lados. Desde remeras, llaveros y gorros, llevan la marca de la revolución para que los visitantes se lleven un recuerdo de los tiempos de lucha.
Fidel, apareció en público por última vez el 13 de agosto de 2015, el día en que cumplió 89 años, cuando se reunió con dos presidentes aliados, el venezolano Nicolás Maduro y el boliviano Evo Morales, que habían llegado a La Habana a saludarlo. Nacido el 13 de agosto de 1926 en la aldea de Birán (oriente), hijo de un inmigrante gallego devenido terrateniente y una cubana humilde, llegó al poder el 1 de enero de 1959 al derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista, tras 25 meses de lucha guerrillera en la Sierra Maestra.
ENFRENTO CON FIRMEZA A 11 PRESIDENTES
Tuvo el coraje de enfrentar a once presidentes de Estados Unidos, a la invasión de Bahía de Cochinos organizada por la CIA en 1961, a la crisis de los misiles de 1962, al embargo impuesto por Washington casi desde el inicio de la revolución, a la caída del muro de Berlín y a la desintegración de la Unión Soviética, que había sido el sostén económico, ideológico y militar de la isla por tres décadas. También hay que decir que bajo su gobierno, más de un millón y medio de cubanos abandonaron la isla por razones políticas y económicas, y se radicaron principalmente en Miami, desde donde los más feroces anticastristas organizaron o apoyaron conspiraciones y planes de asesinato en su contra, a veces en complicidad con la CIA.
 Fidel Castro tuvo ocho hijos: una mujer (Alina, quien se le opuso y emigró a Miami) y siete varones, cinco de ellos con Dalia Soto del Valle. En abril de este año, luego de permanecer un período apartado del ojo público, Castro reapareció en sociedad y participó en la sesión final del Congreso del Partido Comunista. Tuve la suerte de verlo a través de la televisión estatal. Allí dio un discurso en el que se vio una faceta más débil del líder político. 
Vestido con un equipo de gimnasia, disparó ante sus camaradas: "Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo. Tal vez sea de las últimas veces que hable en esta sala", dijo en ese entonces y agregó un concepto que hoy, tras su muerte, resuena como uno de los mensajes que dejó a la sociedad: "Pronto será ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos, como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos". Ese día experimenté una extraña sensación de despedida y agradecí a modo de homenaje, haber ido a ver su última Cuba.

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