martes, 29 de noviembre de 2016

A un año de gestión, apareció la grieta en el PRO y Macri apuesta a desactivar bombas

Casi agotado el año, la economía pide a gritos en un rincón que suene la campana. Se va el 2016 con la cabeza gacha y el Gobierno acusa el cansancio de la gestión. Mauricio Macri está preocupado por el futuro de su fuerza. A pocos días del 10 de diciembre, el primer aniversario de la asunción, el Presidente prepara una suerte de retiro espiritual con su gabinete en Chapadmalal. Frente al mar y sin globos amarillos, quiere baldear el patio trasero y mandar lo más lejos posible las aguas turbias que dejan las intrigas entre funcionarios.


Está cansado de las pujas de poder, que ya no solo involucran al clásico entre el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. En estos 12 meses, la cola se agrandó. No obstante, en la Casa Rosada rechazan la posibilidad de que algunos ministros se vayan. "Mauricio no cambiaba en la Ciudad y no lo hará ahora", señaló una fuente confiable, que sin embargo admitió la posibilidad de que la renovación de hombres se de en las segundas y terceras líneas.
Algunos aseguran que en la residencia de los acantilados habrá una autocrítica severa por los fracasos del primer año, pero también estímulos por los aciertos. El jefe del PRO, apuntará entre otras cosas, a cerrar la grieta por la disputa electoral para el 2017 en la provincia de Buenos Aires. Allí pondrá  especial énfasis en el relanzamiento del partido.
Macri cree que con el cambio de frente en la ley de Emergencia Social, se aflojarán gran parte de las tensiones sociales, pero no está del todo seguro que el camino esté despejado para fin de año. Teme que haya trasnochados que pretendan alterar el clima social para las fiestas. Más que nada, intuye una posible represalia de los más de dos mil efectivos apartados de la Policía Bonaerense. A tal punto esa posibilidad lo perturba, que decidió adoptar un perfil bajo. Tanto él, como María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, optaron por no participar en la tapa de los personajes del año que organizó la revista Gente. El único que asistió fue Hernán Lombardi. La gobernadora también le bajó directivas a sus ministros. No quiere cholulismo y fotos de funcionarios en las playas. "En enero no hay vacaciones para nadie. Hay que trabajar por la gente", se le oyó decir.
 
SEÑALES QUE LEVANTAN OLAS
 
A Macri también lo crispan algunas señales de disconformidad que brotan de su propio entorno. Por ejemplo, la bomba que activó el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, que pronosticó la muerte de la incipiente alianza. "No se si Cambiemos es lo que va a perdurar. Nos consolidamos como espacio de gestión, pero no como espacio político", dijo cortando el aire de la Casa Rosada la filosa espada del Congreso. El hombre que abrió las puertas del infierno, no es ni más ni menos que el tercero en la sucesión presidencial. Un jugador fundamental en el armado del oficialismo. El mismo día de esas declaraciones, Monzó desató aún más las iras partidarias, al fotografiarse con Florencio Randazo. Fue en el casamiento de su hermana Inés, quien trabajo 8 años como asesora legal y técnica del ex ministro del Interior y Transporte del kirchnerismo. Y en las últimas horas, el legislador sumó más picante, al señalar que sería bueno exigenar el gabinete.
Monzó es un hombre pensante. Sabe mandar por elevación mensajes que incomodan y obligan a mover las piezas en el tablero político. Al igual que Massa, viene del riñón de la Ucedé y luego saltó al peronismo. Fue intendente de su pueblo, Carlos Tejedor, diputado kirchnerista, funcionario con Florencio Randazzo y ministro de Scioli. Apoyó también a De Narváez y en el 2010 se incorporó a las filas del PRO, aunque pese a los insistentes pedidos, nunca se afilió.
 
LA PIPA DE LA PAZ ENTRE DOS PESOS PESADOS
 
El legislador, hasta hace poco,mantenía una fuerte interna con María Eugenia Vidal, a la que ayudó a ganar en la Provincia. Pero luego la gobernadora le cerró las puertas. La pelea sobrevino por la decisión de la dama de Castelar de entregarle al massismo la conducción de la Cámara de Diputados bonaerense. "¿Cómo le vas a regalar la principal caja de la Provincia a Massa?", fue el planteo que le hizo Monzó. Le cuestionó además que al lograr sumar a su gabinete al ex hombre del FR, Joaquín de la Torre, le diera el Ministerio de la Producción. "Para los bonaerenses es el ministerio de la penitencia", detalló. No obstante, Vidal corrigió y en el nuevo esquema De la Torre irá a ocupar la estratégica cartera de Gobierno. 
Vidal y Monzó, fumaron hace unas semanas la pipa de la paz durante una cena. La mandataria le ofreció espacios en el gabinete para algunos de sus hombres, pero Monzó no aceptó.
El hombre de Tejedor es díscolo y de fuerte personalidad. Lleva mucho tiempo peleado con el jefe de Gabinete, el intocable Marcos Peña y con el gurú del espacio, Durán Barba. Es por la forma que tienen ambos de concebir a la política. Monzó es una píeza clave para Cambiemos en Diputados y de enorme cintura para manejarse con la oposición. Rema adhesiones fundamentales para los proyectos que impulsa el P.E.
 
EL TEMOR AL RING RAJE
 
Aborrece a los técnicos y para diferenciarse de ellos, sostiene que "nosotros hacemos política, ellos, marketing". Cuando defiende esa posición, apunta directo a las cabezas tanto de Peña, como de Durán Barba, los apóstoles del proselitismo digital y los más duros críticos de la política militante. A fin de octubre Monzó y Peña tuvieron un choque de planetas. Peña aconsejó volver al timbreo y Monzó fue terminante: "cuando éramos oposición estaba bien timbrear. Pero ahora la gente quiere soluciones. Si seguimos así, nos van a dar el ring raje". 
Cuando tiene que criticar a Macri, Monzó lo hace y aunque no lo reconozcan en público, muchos comparten su pensamiento. Coinciden que "Durán Barba es vanidoso y tiene muy poca idea de la realidad argentina". Para ganar las próximas elecciones y garantizar la estabilidad política, Monzó propone incorporar a hombres del peronismo. Macri lo interpreta como una discusión sin sentido. Teme que sus socios políticos, tanto Carrió como los radicales, lo tomen como una afrenta. 
Los observadores olfatean que Monzó lanzó sus críticas para motorizar la entrada de aire fresco en Cambiemos. Pero fue demasiado lejos y al que metió en un brete fue al propio Macri. El legislador fue excluído de la mesa chica nacional hace cinco meses y eso lo dejo herido en un ala. Ocurrió luego de una fuerte discusión con el Presidente y con su secretario general, Fernando de Andreis. 
 
UNA PUERTA PARA EL 2019
 
Un dirigente que conoce muy bien a Monzó sostuvo en voz baja que se quedó con la sangre en el ojo.
"Les construí el armado nacional y ahora me echan. Estoy  sólo para sacar leyes", se le habría escuchado decir en su entorno legislativo. Comentan que luego del incidente, el Presidente barajó le levantó la penitencia. Considera al incidente superado y quiere revertir la situación. Principalmente porque ahora deberá posar los ojos sobre la provincia de Buenos Aires. Y aunque cuenta con la figura de Vidal para agitar las banderas amarrillas, también necesita de Monzó porque conoce muy bien el territorio y sus vericuetos, a la hora de recoger los votos.
Una victoria de su partido en ese distrito, le podría abrir la puerta para una reelección a Macri en el 2019. No obstante, todo está supeditado a que la situación económica mejore y se engrosen los famélicos bolsillos de los bonaerenses. Una derrota del oficialismo sería letal y le daría aire a sus adversarios, principalmente a Sergio Massa, a quien más miran con preocupación los macristas.
Los cañonazos de Monzó no fueron los únicos que recibió el Gobierno. Luego de que Macri confirmara que el ministro de Educación, Esteban Bullrich no será candidato en la Provincia, las granadas quedaron en las manos de Elisa Carrió y el intendente de Vicente López, Jorge Macri, dos que se odian a muerte. Carrió sostiene que el primo del Presidente no debería ser candidato "porque tiene  problemas de corrupción". El jefe comunal no baja la guardia y está remando fuerte para que la chaqueña termine compitiendo finalmente por capital y le deje el camino libre, algo que la "señora República" mantendrá en el misterio hasta último momento.
No obstante, los preferidos por Mauricio Macri y María Eugenia Vidal son tres. El colaborador ad Honorem y neurocirujano Facundo Manes, Jorge Macri y la por ahora tapada diputada nacional Gladys González, la dama que se llevó puesto al impresentable dirigente gremial, "Caballo" Suárez, un ícono de la corrupción en el SOMU. 
 
 
SOBRE LLOVIDO, LLEGO EL HURACAN CARRIO
 
Encima Lilita le sumó un dolor de cabeza al Presidente, cuando denunció penalmente en la última semana a dos secretarios y un director del Ministerio de Energía y Minería que encabeza Juan José Aranguren por supuestas "negociaciones incompatibles con la función pública". Las esquirlas alcanzaron al secretario de Recursos Hidrocarburíferos, José Luis Sureda; al subsecretario de Refinación y Comercialización, Pablo Popik y al director nacional de Gas Licuado de Petróleo, Luis Barile.
En la presentación se solicita que se investigue si el trío cometió el delito de "negociaciones incompatibles con la función pública" por sus trabajos anteriores en Esso, Pan American Energy, Bridas y otras petroleras. La denuncia de Carrió fue presentada en la Cámara Federal y por sorteo recayó con el número de causa 16819/2016 en el juzgado federal número 11 que encabeza el juez Claudio Bonadio. No hay que olvidar, que en junio último la diputada cuestionó públicamente al ministro Aranguren porque, dijo, "es accionista" de la petrolera Shell y por consiguiente "no puede lanzar una licitación para comprar gas y adjudicárselo a una empresa donde tiene acciones. Eso es conflicto de interés acá y en China", remató. La rebeldía no cayó bien en la Casa Rosada. La chaqueña ya había demarcado límites dentro de Cambiemos con críticas al operador macrista y presidente de Boca, Daniel Angelici, y a la segunda de la Agencia Federal de Inteligencia, Silvia Majdalani; o rechazando el proyecto oficial para limitar el poder de la procuradora, Alejandra Gils Carbó. Además, denunció a Ricardo Lorenzetti, a contramano de las intenciones oficiales de mantener una relación de armonía con el presidente de la Corte Suprema de Justicia.
EL HOMBRE QUE CAMINA POR LA CORNISA
 
Mientras tanto, en los corrillos del PRO suena fuerte el rumor que el resultado de las elecciones del 2017 podría ser clave para el futuro de Emilio Monzó. En una de las últimas reuniones con la cúpula macrista, el legislador trazó un pasnorama poco alentador. Resaltó entre otras cosas, el peso de Massa en la primera sección electoral, potenciado si finalmente concreta la fórmula con Margarita Stolbizer. 
Aseguran que Monzó se mostró muy duro con los intendentes de la tercera sección y con los de La Plata, Julio Garro y de Mar del Plata, Carlos Arroyo, gestiones a las que calificó de "muy débiles para traccionar votos." El hombre de Tejedor tiene la impresión de que falta armado y política en la Provincia y que no se gana con el timbreo y la transparencia de Vidal. Su principal preocupación es que Massa se quede con el territorio más preciado como hizo en el 2013 y les arrebate la conducción de Diputados. Si eso ocurre, el senador Miguel Pichetto podría realinearse con el líder del FR y el Congreso se tornaría inviable para el macrismo. Las discusiones dentro del PRO alcanzan también a los CEOS del gabinete. Los acusan  de no tener ninguna consideración por las elecciones y de planear aumentos de tarifas entre marzo y octubre. Aranguren tendría en carpeta entre dos y cuatro subas en la tarifa de gas, lo cual sería un virtual regalo de campaña para los adversarios. 
 
EL PALACIO SAN MARTIN ES UNA BRASA
 
Otro sitio donde abundan las intrigas que el Presidente tendrá que desactivar, es el Palacio San Martín. En el centro de la escena está Susana Malcorra que jugó todas sus cartas a conducir las Naciones Unidas y capotó. Además, la canciller quedó mal parada al jugar cartas innecesarias a favor de Hillary Clinton y perdió la apuesta frente al inesperado huracán Trump. Malcorra también planea cambios en su gabinete. Relevó al vicecanciller Carlos Foradori por hablar mal de ella y se saca chispas con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, que la acusa de no haber actuado a tiempo para evitar que la ONU declare presa política a Milagro Sala. 
Por estas horas, es  un secreto a voces, que los principales socios de Cambiemos, como Elisa Carrió y Ernesto Sanz le sugieron al Presidentre que haga cambios en el gabinete, una suerte de cirugía mayor, después del duro año económico. Comentan que Lilita les dijo a sus íntimos: "yo espero cambios" y Sanz transmitió algo similar para calmar a los radicales. Los empresarios, que siempre olfatean movimientos, comenzaron a insistir en la posibilidad de que se rearme el gabinete económico y quede un solo ministro de Economía que coordine las decisiones.
Ahora, frente a las costas de Chapadmalal, Macri se encuentra frente al desafío de corregir el rumbo. Tendrá que darle un valium a su alterada tripulación y pegar un golpe de timón para evitar el naufragio de Cambiemos.

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