jueves, 20 de octubre de 2016

Robledo Puch, el asesino más despiadado de la historia, está a un paso de la libertad

Fue una de las historias más escalofriantes que me tocó cubrir cuando hacía mis primeras armas en el periodismo gráfico en el diario Crónica, por entonces uno de los medios de mayor venta. Parece mentira, pero después de 44 años de encierro, hoy Carlos Eduardo Robledo Puch, el asesino más famoso y despiadado de la historia criminal argentina, se encuentra a un paso de la libertad.


Con su compañero de colegio y primer cómplice, Jorge Antonio Ibáñez, robó cuando tenía 15 años una joyería. Y así comenzó un raid delictivo que lo llevó a cometer 11 homicidios, diecisiete robos, una violación, una tentativa de abuso, dos raptos y dos hurtos. Su particularidad fue siempre asesinar por la espalda, en su mayoría a personas que estaban durmiendo. Hijo de una familia acomodada de San Isidro y con linaje, con un padre empresario, nunca se supo por qué ese chico de rulos desprolijos y cara de inocente, que habla inglés, alemán y estudió piano varios años, se convirtió en una máquina de matar. En su infancia lo llamaban "colorado", algo que lo enfurecía. Lo cierto es que por estas horas, un fallo de la Suprema Corte de Justicia bonaerense le ordenó a un juez de ejecución, que el múltiple homicida pase a un régimen menos riguroso. La idea es que se vaya preparando para la vida en sociedad. Es todo un enigma cual será el resultado de esta movida judicial, para quien solo ha visto en gran parte de su existencia un paisaje de rejas, candados y cemento. En aquel momento de la década del 70, en Crónica era la historia más caliente que nos tocó seguir a sol y a sombra. En el esplendor de la denominada "prensa amarilla", la tirada de diario de Héctor Ricardo García era de 750 mil ejemplares en tres ediciones. Recuerdo que en la redacción había una suerte de concurso entre los secretarios. En medio del estrépito de las Olivetti, se sacaban chispas para ver quien encontraba el calificativo más fuerte para Robledo Puch. Así nacieron "El Chacal", "El ángel de la Muerte", "El ángel negro","El Lobo Rojo" o "La bestia", entre otros. 
CON HOMOSEXUALES PERO SIN PAREJA
Robledo Puch se encuentra preso en Sierra Chica desde 1977. Actualmente, ocupa una celda del pabellón de homosexuales, aunque no tiene pareja. La resolución judicial que hace lugar al planteo formulado por el defensor de Casación, Ignacio Nolfi, sostiene que  “frente al tiempo que lleva detenido, corresponde establecer que el juez de ejecución deberá adoptar las medidas pertinentes a fin de propender a la paulatina y controlada inclusión del interno en la etapa siguiente –régimen de prueba– al sistema de ejecución de la pena que viene cumpliendo, permitiendo la progresión de su situación carcelaria en un ámbito cerrado a otro menos riguroso que lo vaya preparando para la vida en libertad”. 
La Sala I de la Cámara Penal de San Isidro juzgó y condenó  a Robledo Puch en 1980 a perpetua con más la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado. Anteriormente, estuvo detenido desde el 3 de febrero de 1972 hasta el 8 de julio de 1973 . Se fugó dos días de la Unidad Penal número 9 de La Plata y tras ser recapturado permanece preso. Según el cómputo de pena practicado –el cual se encuentra firme–, Robledo Puch había cumplido 25 años de reclusión el 12 de julio de 1995. Tras más  de 43 años de encierro, en agosto de 2015 Nolfi interpuso un recurso extraordinario ante la Corte bonaerense y solicitó la libertad por agotamiento de pena. Lo hizo con el argumento de que, “luego de una vida de encierro –más de dos tercios de aquella–, los jueces intervinientes mantienen a Robledo Puch en un limbo de indeterminación, constituyendo esto un tormento, algo prohibido expresamente por el artículo 18 de la Constitución”.
Nolfi alegó la existencia de “una denegatoria sistemática por parte del Estado de otorgar cualquier beneficio liberatorio en favor de Robledo Puch”. Además remarcó que “la demora estatal en brindar una respuesta efectiva a la pretensión liberatoria de mi asistido implica un supuesto de gravedad institucional, que conllevará responsabilidad internacional del Estado nacional, ello por cuanto del análisis circunstanciado de las distintas decisiones recaídas se advierte una pretensión –innegable– de mantener ‘sin plazo’ a mi defendido aislado de la sociedad”.
Ahora, la Suprema Corte, con el voto de los jueces Daniel Soria, Hilda Kogan, Héctor Negri y Eduardo Pettigiani, “rechazó el pedido de agotamiento de pena, y la pretendida inconstitucionalidad de la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado”. El alto tribunal precisó que “la pena a perpetuidad no es ‘para siempre’, ya que el propio Código Penal establece en el art. 13 las condiciones para la condicional, y la ley de ejecución también permite el ingreso del condenado bajo tal modalidad al régimen de progresividad, permitiendo su preparación para la libertad”.
ENTRE BATMAN, PERON Y MATAR A CRISTINA
La vida de Puch en el penal, estuvo plagada de brotes psicóticos. Los peritajes señalaron que se trata de una personalidad con perturbación esquizoide, que se cree libre de todo mal y culpa.Una muestra de ello la dio en el 2001, cuando se disfrazó con una capa y unas antiparras asegurando ser Batman, oportunidad en que quemó uno de los talleres de la cárcel. También llegó al límite de regalarle una muela a una de sus psiquiátras. Además, padece de situaciones de delirio. Por momentos manifiesta grandes deseos de recuperar la libertad para vivir en paz. Y en otros, manifiesta que no ve la hora de salir para ser "el sucesor de Perón". Incluso dijo que mataría al que fuera presidente, ellos a Cristina Kirchner. Este individuo aún de mirada felina, cada mañana despierta en una celda de dos metros de ancho, tres de fondo y tres y medio de alto. Ocupa el pabellón 9 de la cárcel de Sierra Chica, un pueblo de tres mil habitantes próximo a Olavarría. Ese habitáculo, es su lugar en el mundo durante 20 de las 24 horas. Sólo sale al patio de 8 a 10 y de 14 a 16. Después el sol desaparece de su vida. En el patio de 70 metros todos lo respetan, pero pocos se le acercan. Su pasión es masticar almendras y jugar al ajedrez. A los 64 años, tiene un parecido notable con el actor Norman Briski. Es curioso, pero este siniestro personaje está en el linaje familiar de un héroe de la Independencia. Es descendiente de la esposa del patriota Martín Miguel de Guemes, Carmen Puch. 
Recorrer la vida de la bestia que anida bajo su piel, es penetrar en la galería del horror. Su historia delictiva comenzó con Jorge Ibáñez, su secuaz. En 1970 asaltaron en Olivos la joyería de Rachmil Israel Isaac Klinger, donde se llevaron un botín de cien mil pesos. El primer doble homicidio que se les adjudica ocurrió en 1971, cuando penetraron por los techos en una boliche bailable de Olivos y asesinaron al sereno y al encargado, quienes fueron acribillados a tiros cuando estaban durmiendo. Allí comenzó una seguidilla de crímenes que incluyó el homicidio del sereno de una casa de repuestos, de un empleado de un supermercado y la violación y muerte de dos mujeres. Comentan que en estos últimos casos Robledo Puch miraba y disfrutaba como Ibáñez violaba a sus víctimas en el asiento trasero de un Dodge Polara. No obstante, la sociedad entre ambos llegó a su fin en agosto de ese año, cuando chocaron en la avenida Cabildo. Ibañez falleció en el acto. Hay quienes dudan de que haya sido un accidente. Creen que Puch estrelló el vehículo contra una obra en construcción y luego abandonó el cuerpo de su compañero al percatarse que estaba sin vida.
CON EL SELLO MACABRO DE UN SOPLETE
No pasó mucho tiempo en que Robledo Puch consiguió otro secuaz para sus aventuras delictivas. Esta vez fue el turno de Héctor Somoza. Con él asesinó a un hombre en una concesionaria y a otro sereno en una agencia de automóviles. En 1972, durante un asalto a una ferretería ultimaron al sereno y abrieron una caja fuerte con un soplete. Allí por causas que aún permanecen en la oscuridad Robledo Puch mató de un tiro a Somoza y le desfiguró el rostro y las manos con el mismo soplete, para dificultar su reconocimiento. En este episodio el "Angel de la muerte" olvidó su cédula de identidad en el bolsillo de Somoza. Tenía solo 20 años, cuando el 3 de febrero de 1972 la policía logró apresarlo. Fue entonces el título con letras catástrofe en el diario de Héctor Ricardo García. Robledo Puch negó entonces cada uno de los asesinatos, pero en 1980 fue condenado a prisión perpetua por diez homicidios agravados, uno simple, 17 robos y dos casos de violación. El fallo de la Sala 1 de la Cámara de Apelaciones de San Isidro lo consideró "un psicópata con plena capacidad para comprender la criminalidad de sus actos". No obstante las pericias resaltaron que el joven procedía de "un hogar legítimo y completo, ausente de circunstancias higiénicas y morales desfavorables", por lo que el móvil de los crímenes nunca estuvo claro. Sus últimas palabras al tribunal que lo condenó fueron: "esto fue un circo romano. Algún día voy a salir y los voy a matar a todos". Hoy Robledo Puch está a meses de obtener la libertad y la profecía tiene puntos suspensivos.¿Podrá el psicópata reinsertarse en la sociedad o se convertirá una bomba de tiempo?.

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