miércoles, 12 de octubre de 2016

¿Cárceles o tumbas?: tres presos mueren por semana en penales del Penitenciario bonaerense

En la jerga carcelaria lo llaman "La Tumba". Ir a parar al penal de Olmos, para un preso es como firmar la sentencia de muerte. Lo grave, es que la actual situación viene del pasado y durante décadas todo fue empeorando.


Visité la unidad por invitación de Roberto Pettinato padre, cuando era jefe del Servicio Penitenciario. Fue durante el gobierno de Héctor Cámpora, después de un motín. Cuento esta anécdota, porque ya por aquel entonces la estructura mostraba estado comatoso. Hoy, 40 años después y tras cumplir más de un siglo de existencia, el edificio, con muros ennegrecidos, es una postal elocuente del abandono y la desidia de todos los gobiernos. Humedad, paredes descascaradas y desbordes cloacales en la mayoría de las celdas, representan el caldo de cultivo de las peores enfermedades, como la tuberculósis. Detrás de esos muros se esconden las historias más escalofriantes. Más allá de la mugre, el drama y la desesperanza asoman a cada metro.En un espacio concentrado,  conviven tres o cuatro reclusos que comparten un mismo retrete y se bañan muy de vez en cuando, siempre con agua fría. Los cables de electricidad pelados que asoman en las celdas, son utilizados para calentar comida, con riesgo de electrocución. Los colchones están despedazados. Tienen no más de cinco centímetros de espesor.
ESCAPAR DEL HORROR 
La sobrepoblación y el hacinamiento se convierten en formas de tortura cotidian. Todos piensan a cada minuto en cómo escapar. Desde el 2013 a la actualidad, según las fuentes consultadas, se fugaron 1198 presos de alcaidías y cárceles del Servicio Penitenciario Bonaerense. De ese total, 27 fueron de unidades de alta seguridad. En tanto unos 366 presos escaparon de penales de régimen semiabierto y unos 805 detenidos no regresaron a prisión tras participar de alguna actividad extra muro con permiso, como una salida transitoria. 
En lo que tiene que ver con  las perversiones, las vejaciones, las patadas y los golpes de puño son la modalidad favorita de sometimiento. Aparecen en 98 casos registrados el año pasado. Al menos uno de ellos presenta características brutales, donde un preso perdió dos órganos. Fue luego de una pelea con otros internos. Allí, el personal del SPB puso boca abajo a los detenidos en las celdas. Al denunciante le pegaron una patada en la cabeza y otra en el tórax. Luego lo llevaron a la leonera y como orinaba sangre, se lo trasladó al Hospital de Melchor Romero. Lo operaron y tuvieron que sacarle el brazo y un riñón debido a una hemorragia interna. 
BUZONES O LEONERAS, EL ESPANTO TOTAL
Los testimonios de los reclusos son más que elocuentes: mientras permanecieron en la leonera, los obligaron a firmar papeles. Un detenido que se negó, se lo llevaron y lo torturaron hasta el desmayo. Finalmente, firmó por miedo. El  dato más escalofriante, es que cada semana mueren tres internos en las unidades bonaerenses. Buzones o leoneras, así se les llama a 22 pequeñas habitaciones de un metro por un metro. Allí hay un camastro de cemento y una letrina. Son lugares que carecen de ventilación. Solo tienen una pequeña rendija en la puerta. El área de aislamiento está ubicada en las denominadas catacumbas, un helado subsuelo donde se padece el peor de los castigos, lejos del sol y en medio de alaridos que no dejan dormir. 
En su reciente visita al penal, los miembros de la Comisión Provincial por la Memoria, quedaron perplejos por los niveles de salvajísmo. Se sorprendieron por ejemplo al ver un brazo, casi morado y muy deteriorado salir angustiosamente por los barrotes buscando quien lo escuche. Entre tatuajes tumberos y las uñas amarillas, asomaban tajos recién hechos, donde aún brotaba sangre. Era un hombre de unos 35 años que pedía a gritos que lo trasladen del sector. Luego se comprobó que se había provocado cortes con una hoja de afeitar y que no había recibido ningún tipo de atención médica. Al abrirse la puerta, los miembros de la CPM observaron que el colchón que estaba sobre el camastro era una hilacha, manchada por orín y materia fecal. La humedad era tal, que el piso se veía todo mojado y el olor era irrespirable porque además la letrina estaba tapada.
VIVEN PEOR QUE ANIMALES
 Otro interno se sumó al clamor de su compañero y contó que hacía un mes que estaba en ese lugar de castigo. Denunció  la falta casi total de comida y de papel higiénico. Con la voz entrecortada reveló que terminó limpiándose el trasero con pedazos de su propia ropa. Un detenido, que padece HIV, manifestó que pese a sus insistentes pedidos no recibió atención médica. Dormía en un colchón mojado por el agua que brotaba de las paredes. Tampoco a todos les llegaba la comida de sus familiares. Habitualmente recibían huesos con grasa, un plato de polenta dura y verduras podridas. Se comprobó que  en ninguna de las celdas del sector de aislamiento había canillas para el suministro de agua. 
Lo enumerado, es el componente de una mezcla explosiva que terminó  disparando  las alarmas en el gobierno bonaerense. Frente a semejante informe de la CPM,  la gobernadora María Eugenia Vidal ordenó una renovación radical en todo el sistema carcelario de la Provincia. De eso puso manos a la obra el ministro de Justicia, Gustavo Ferrari. El plan consiste en dividir en dos la estructura de funcionamiento del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). En un futuro cercano, un área se encargará de la seguridad interior en los penales y otra  dará asistencia a los reclusos para que puedan lograr una mejor reinserción en la sociedad cuando cumplan su pena. 
UN PLAN PARA SALIR DEL HORROR
Ferrari, además firmó la semana pasada dos resoluciones en las que también se incluye una nueva formación en la carrera del agente penitenciario. "Lo que se pretende hacer  es que el personal se especialice. Así, habrá agentes dedicados solamente a la seguridad en el interior de la cárceles y otros abocados a la asistencia", manifestó una fuente de jerarquía del SPB.
La Comisión Provincial por la Memoria (CPM), además de revelar que cada semana mueren tres presos en las cárceles bonaerenses, manifestó en su informe que el  65% de los decesos tienen que ver con enfermedades curables desatendidas. En 2015 se alcanzó el récord de cantidad de presos en la provincia: 39.927, de los cuales sólo el 44% tenía una condena firme. Estos hombres, el día que obtengan la libertad, si es que sobreviven a semejante infierno, casi no tienen posibilidades de rehabilitarse. Salen invadidos por el odio porque no conocieron otra metodología que no sea el maltrato.
La semana pasada hubo un primer encuentro en el que la cúpula del SPB anunció el plan futuro a 135 jefes de complejos, directores de cárceles y subdirectores de asistencia y tratamiento. "En esa oportunidad se habló de la importancia que el gobierno de Vidal pretende dar a la recuperación social de los presos. Por eso se trabajó con los subdirectores de asistencia que hasta ahora no tenían mucho protagonismo dentro de la estructura del servicio", reveló uno de los participantes. Lo que se busca, es que los agentes formados en "tratamiento y asistencia" trabajen únicamente en la contención de los reclusos y que lleven una tarea "personalizada" con el fin de mejorar los índices de reinserción. También se adoptarán medidas en materia de seguridad para contener motines y focos puntuales de violencia. Lo que se pretende, es dotar a los hombres de chalecos, cascos y entrenamiento especializado para contener situaciones límite o intentos de fuga. Las peleas entre reclusos son otra de las preocupaciones. Por estas circunstancias, el año pasado murieron 30 presos  dentro de los penales. Este año fueron sólo 10", admitió una fuente confiable del SPB.
También se reformará la carrera de formación penitenciaria. Hasta hoy tenía una duración de dos años. Ahora, el ministro Ferrari y el director general del SPB, Fernando Díaz, pretenden llevarla a tres años, contando con un ciclo común de un año y dos años de especialización en seguridad o en tratamiento y asistencia.
UN JEFE BAJO SOSPECHA
Es el puntapié inicial de una acción humanizante, pero costará muchos años recomponer un sistema donde la corrupción y la irrupción de la droga han infectado a parte de la oficialidad que se beneficia haciendo negocios sucios dentro de los penales y cobrando peaje por beneficios mínimos. 
La Secretaría de Derechos Humanos, que conduce Santiago Cantón, firmó un acuerdo para reforzar la capacitación en materia de derechos humanos de los guardias de los penales y también de los policías bonaerenses. El objetivo de los cursos es erradicar las conductas de maltrato y de violencia institucional hacia los detenidos. Para acercarles  una mejor instrucción en derechos humanos a los agentes del servicio penitenciario y a los policías, se firmó un convenio con la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Centro (sede Azul). 
Por estas horas la corrupción y las sospechas no solo recaen sobre la Policía Bonaerense. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) pidió  al ministro de Justicia provincial, Gustavo Ferrari, que destituya a Fernando Díaz, jefe del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). El funcionario está acusado del delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública en concurso real con el de vejaciones en una causa en la provincia de Salta. En el caso están involucrados 37 funcionarios del Servicio Penitenciario Federal (SPF).  En tanto, el ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, inició un sumario para investigar a Díaz. Ferrari explicó que si se prueban los delitos por los cuales Díaz será indagado, será desplazado de su cargo. La Justicia salteña investiga irregularidades millonarias en el servicio de catering del complejo penitenciario federal de esa provincia que habrían derivado en un "régimen de hambre" para los reclusos y Díaz está bajo sospecha de haber participado de esa maniobra por el rol de auditor general del SPF que tenía en el momento de los hechos. Según se consigna en la carta que la CPM envió a Ferrari, Díaz "no sólo no controló ni denunció, sino que avaló las irregularidades delictivas en 40 expedientes de "legítimo abono". Cuando en diciembre del 2015 le gestión de Vidal designó a Díaz como jefe del  Servicio Penitenciario Bonaerense, la CMP manifestó de inmediato su preocupación. Los antecedentes del funcionario, cuando ocurrió la masacre en el penal de Magdalena en el 2005, no eran una buena señal de que el período que se iniciaba rompiera con el pasado, sino más bien una marca de continuidad.
La reconstitución del tejido enfermo del SPB, es otro de los desafíos que se plantea el gobierno bonaerense. Es evidente que seguirá la purga de funcionarios. Pero hoy, se habla cada vez con mayor insistencia en construir nuevos penales, ya que los que están en funcionamiento, se encuentran desbordados por el alto crecimiento de los niveles delictivos. Pero con esto no alcanza, se necesita trabajar arduamente para recomponer la vida de los detenidos. 
Me vino entonces  a la memoria una frase de Roberto Pettinato padre. La pronunció aquella vez, cuando me mostró las instalaciones devastadas de Olmos después de un motín. Fue hace más de 40 años: "la mejor cárcel, es la que está vacía", dijo . Lo dramático, es que después de tanto tiempo, nada ha cambiado y los penales están cada vez más desbordados.

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