lunes, 1 de agosto de 2016

Vidal frizó el caso Bressi, pero la "maldita policía", volvió mandar otra señal mafiosa

María Eugenia Vidal le demostró a Elisa Carrió que no existe ningún "expediente negro" sobre el pasado del actual jefe de Policía, Pablo Bressi. Menos, una vinculación con el narcotráfico. Lo habíamos adelantado desde esta columna en un artículo anterior, cuando dimos cuenta del testimonio de un vocero de Asuntos Internos.


María Eugenia Vidal le demostró a Elisa Carrió que no existe ningún "expediente negro" sobre el pasado del actual jefe de Policía, Pablo Bressi. Menos, una vinculación con el narcotráfico. Lo habíamos adelantado desde esta columna en un artículo anterior, cuando dimos cuenta del testimonio de un vocero de Asuntos Internos. No obstante, el encuentro entre ambas mujeres en la casona de la chaqueña, deja mucha tela para cortar. Por un lado, haciendo una lectura polìtica del caso, en la gobernación no se les escapa que la denuncia contra Bressi sucede mientras se disputa quién será el candidato a senador en la provincia de Buenos Aires por Cambiemos. Lilita tiene pensado ocupar ese cargo, aunque también alienta esa intención el intendente de Vicente López, Jorge Macri, que contaría con el respaldo de Vidal. El ministro de Educación, Esteban Bullrich, podría terciar en esa controversia.
No obstante, disipado por ahora el fuego de artillería de la legisladora sobre Bressi, un nuevo elemento surgido en las últimas horas, disparó las alarmas sobre otro posible mensaje intimidatorio de la denominada "maldita policía". Se trata de un sospechoso intento de robo al auto del intendente de Pinamar, Martín Yeza. En ese "pago chico", hablan de un mensaje mafioso, ya que hace poco tiempo saltó un comisario de su sillón, al ponerse al descubierto mediante un video casero, la manera en que uniformado relataba como "hazaña", la manera en que le robaba a los vecinos y liberaba zonas para el delito.
 Pero antes, conviene desmenuzar lo que trascendió de la charla entre Vidal y Carrió, en la paz de la casa que la diputada habita en el club de campo Chacras de la Cruz, en las afueras de la localidad de Capilla del Señor. La agenda fue celosamente mantenida en secreto, pero lo que trascendió es que todo se desarrolló en tono muy cordial. Algunos hablan de un pedido previo del propio Macri a Carrió, para bajar los decibeles y evitar desgastar la imagen de la gobernadora. Lo cierto es que la chaqueña, para demostrar su hospitalidad, la recibió con un pescado cocinado por ella . Según trascendió, quedaron en "seguir trabajando juntas, compartiendo los mismos valores en la lucha contra la corrupción". Vidal, también se comprometió a seguir investigando las denuncias sobre Bressi. 
No obstante, quedaron astillas en el camino. Aún hay cenizas, cuando a comienzos de mes Carrió petardeó a Bressi, sosteniendo que era "una brillante mente criminal o un idiota que no puede dirigir ni siquiera a la gente que él conoce". Fue a través de una carta pública en la que, sin embargo, recopiló acusaciones para sostener la primera tesis: "que Bressi estuvo y está vinculado al narcotráfico". 
Para aliviar tensiones, Vidal señaló que "Lilita sabe bien que no sostendría a ningún funcionario que esté vinculado a algún delito", contestó al día siguiente, pero aclaró que su respuesta a Carrió iba a ser personal y no pública. Finalmente, lo que hubo fue un llamado telefónico entre ambas, ya que Carrió se recluyó en su casa de Exaltación de la Cruz. Fue por decisión médica, tras sufrir una baja de potasio, y por una serie de amenazas que, según denunció, involucraban a una banda de narcotraficantes contratada para asesinarla.
En el interín, la gobernadora mantuvo a Bressi en el cargo. También, recibió el respaldado del ministro de Seguridad, Cristian Ritondo. En La Plata señalaron que tanto un informe de Asuntos Internos de la Bonaerense como otra investigación del Ministerio de Justicia, coincidieron que "no había pruebas que incriminaran a Bressi". Fue algo que adelantamos desde esta columna en el artículo anterior sobre el caso. 
Según fuentes de la gobernación, Vidal expuso esa misma posición en la cena. Desde ambas orillas, por estas horas manifiestan que el "expediente Bressi" no alterará la sintonía entre Vidal y Carrió. Sin embargo, parece haber dejado heridas abiertas. Uno de los frentes tiene que ver por el peso que la palabra de Carrió posee entre los votantes de Cambiemos. Esta cuestión coloca en un cono de sombra a Bressi -haya o no pruebas en su contra- y, por extensión, a la política de seguridad de Cambiemos en la Provincia. En más que evidente, que después de semejante munición gruesa y fuego cruzado, mantener en el cargo al jefe de policía de esta manera, tiene un costo para la gobernadora entre los seguidores de la diputada. Desplazarlo, también originaría una grieta, porque significaría admitir que durante siete meses se persistió en defender a la persona equivocada en un cargo extremadamente sensible o que los funcionarios de Vidal están "a tiro" de las sospechas de Carrió. En las soluciones que Vidal y Carrió encuentren para dar vuelta esta página, impactará también en el futuro electoral de Cambiemos. Carrió ya dijo que quiere ser candidata a senadora por Buenos Aires. La Casa Rosada la prefiere como postulante porteña. Vidal, en tanto, se muestra en público en sus recorridas con el intendente de Vicente López, Jorge Macri, y no descarta la posibilidad de convencer y sumar a Margarita Stolbizer, enemistada con Carrió. Además, tensa más la cuerda, acercando a intendentes peronistas a su equipo. Hasta aquí, no puede dejar de señalarse el matíz polìtico de la pulseada entre dos filosas espadas femeninas que le suman la cuota de transparencia al oficialismo.
Pero ello, no disipa nubes negras en el horizonte de la bonaerense. El supuesto intento de robo en el automóvil del intendente de Pinamar, Martín Yeza, volvió a disparar las alarmas del Ministerio de Seguridad.
El hecho presenta matices extraños, ya que la puerta del lado del acompañante del Volkswagen Vento, es la única que aparece forzada y abierta. En el interior de la cabina quedó todo revuelto: papeles, tickets que estaban en la guantera, cargador de celular y hasta una credencial con nombre y apellido del propietario del vehículo. Pero ningún faltante. Los mosqueteros del ministro Cristian Ritondo evalúan una hipótesis preocupante: un mensaje intimidatorio de la mafia policial. Yeza abona esa teoría y dice que es el único auto de todo al barrio al que le hicieron eso, ya que estuvo estacionado en la madrugada en la puerta de su domicilio. El hecho podría encuadrarse en el marco de otras situaciones de apriete  sufridas en los últimos meses también por funcionarios en la provincia de Buenos Aires.
El jefe comunal hizo la correspondiente denuncia policial sobre un caso que tiene antecedentes recientes en el mismo distrito. Pocos días atrás también habían ocurrido algo similar en los automóviles particulares de la concejal local Alejandra Apolonio (también de Cambiemos) y Javier Pizzolito, reconocido motociclista que compite a nivel internacional. En ambos hechos revisaron el interior y no se llevaron nada. Yeza viene de ser noticia nacional hace apenas diez días por denunciar a quien era jefe de la Comisaría Primera de Pinamar, acusado de irregularidades en su gestión, tanto en este distrito como en sus destinos previos. "Me cansé de robar", reconocía el comisario Fabián Guiñazú en un audio registrado por uno de sus subalternos. En esa grabación enumera distintas modalidades para hacerse de dinero y valores de vecinos y comerciantes, siempre aprovechando el peso de su uniforme. "Lo tenía entre ceja y ceja", admitió luego el intendente, quien pidió que lo saquen rápidamente de la escena. En medio de tan sensible escenario sobre el futuro de la seguridad bonaerense, aunque Vidal y Carrió hayan firmado una paz provisoria, los malos espíritus de la denominada "maldita policìa", siguen deambulando amenazantes. Tal vez, la intención sea la misma de siempre: transmitir a los funcionarios que atacar las cajas de la corrupción no será gratis y tendrá el costo estremecedor para la sociedad de vivir con miedo.

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