lunes, 1 de agosto de 2016

Saltó la liebre y Vidal va contra la caja policial millonaria del juego clandestino

Se calcula que el juego clandestino en la provincia de Buenos Aires mueve entre dos y tres mil millones de pesos al año. Algunos comparan a esta actividad, con "una fábrica sin humo", que produce torrentes de dinero por minuto y de la que viven alrededor de cien mil familias. Un negocio, que a todas luces, María Eugenia Vidal se percató por pruebas recogidas en los últimos meses, que funciona con complicidad policial.


Se calcula que el juego clandestino en la provincia de Buenos Aires mueve entre dos y tres mil millones de pesos al año. Algunos comparan a esta actividad, con "una fábrica sin humo", que produce torrentes de dinero por minuto y de la que viven alrededor de cien mil familias. Un negocio, que a todas luces, María Eugenia Vidal se percató por pruebas recogidas en los últimos meses, que funciona con complicidad policial. Por datos que le acercaron, la gobernadora está convencida que existe una red de uniformados que resguardan y se sirven de esta caja millonaria para beneficio propio. Lo más grave, es que las complicidades llegarían hasta las más altas jerarquías de la fuerza. Frente a este cuadro de situación, Vidal ahora está dispuesta a meter bisturí a fondo. En diciembre, desde esta misma columna, habíamos adelantado que la lucha contra el juego clandestino y evitar la creación de nuevos bingos, eran algunas de las metas que se había trazado la mandataria.
Las primeras espadas del ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, recopilaron durante estos meses datos contundentes sobre la mecánica del oscuro negocio. Establecieron que se trata de cajas millonarias y sobres con plata negra, que van y vienen por las comisarías y que dificilmente podrían subsistir en el tiempo, sin contar con el apoyo de una estructura formal de recaudación que cuenta con la venia de los altos jefes. 
Algunos le llaman, "la cloaca", el lugar donde confluyen las coimas de la protección de los denominados "banqueros" del juego. Hoy la fuerza policial, huele mal por donde se la mire. Las cifras oficiales de la corrupción permitieron detectar que el 50% de los 1.660 uniformados apartados durante los siete meses de gestión del gobierno estaban involucrados en el juego clandestino, extorsión y enriquecimiento ilícito. Se trata, de todas figuras delictivas que juegan en la misma cancha, defendiendo los colores de la "maldita policía".
Del total de efectivos desplazados, el 10% son oficiales jefes o superiores. La mayoría de ellos han ocupado puestos de importancia en comisarías y otras dependencias clave en el conurbano y el interior de la provincia. Frente a este escenario, la Dirección de Asuntos Internos quiere saber hasta dónde llegan esas complicidades y averiguar como se mueve la cadena de corrupción policial en las zonas mas calientes de GBA.
Una fuente confiable reveló, que "venimos de décadas donde los gobiernos hicieron la vista gorda sobre este problema. Dejaron que la policía se autogestione y de esa manera fueron creciendo las cadenas de corrupción que hoy son muy difíciles de cortar".
La punta de iceberg para los escuderos de Ritondo, nació durante un operativo realizado en Bolìvar, donde dos comisarios fueron detenidos por regentear casinos clandestinos. Luego, otros dos jefes fueron detenidos por brindar protección a mesas que bajo la misma metodologìa funcionaban en Los Polvorines, en el partido de Malvinas Argentinas. 
"La mayoría de los procedimientos que se realizaron fueron a través de denuncias anónimas, gente que observa que hay una gestión que quiere terminar con la corrupción y colabora para que saquemos del camino a los malos policìas", reconoció el vocero.
El juego clandestino y la prostitución siempre han sido figuras ligadas a la corrupción policial . En la mayorìa de las causas judiciales y de sumarios de Asuntos Internos que se conocen, los policías siempre están acusados por estos delitos. Por ejemplo, hace pocos días organismos de derechos humanos denunciaron lo que era un secreto a voces, que el puerto de Bahía Blanca es el coto de caza mayor de la trata de personas. Otro tema que disparó las alarmas del Ministerio de Seguridad, tiene que ver con el torrente de denuncias anónimas de personal de la fuerza, que  exige una depuración y acusan a superiores de mandarlos a pedir coimas y entregar luego el producido a sus superiores.
La entretela de la existencia de los sobres negros y la recaudación ilegal, explotó a principios de abril. Fue con el robo a la casa del intendente de La Plata, Julio Garro. Allí  se destapó la olla, con la detención del subteniente Patricio Miguel Masana. Este individuo, llevaba una vida de rico con un sueldo de 18 mil pesos. Vivía en el mismo barrio privado del jefe comunal y además pagaba una renta mensual de 40 mil pesos, además de expensas por unos 8 mil. Como si fuera poco, conducía una camioneta de alta gama, Mercedes Benz. Pero la sorpresa fue mayor, cuando se allanó la vivienda de Masana y descubrieron planillas de horas adicionales de la policía ( las denominadas Polad), una máquina de contar dinero, 80 pastillas de éxtasis y una caja fuerte con 10.500 dólares, además de 84 mil pesos. Allí, saltó la liebre de la Comisaría Primera, considerada la llave maestra de la corrupción, que también fue denunciada desde esta columna. Ello derivó en el pase a disponibilidad del jefe de la dependencia y a su mano derecha. Todos están sospechados de haber participado en maniobras oscuras en la distribución y otorgamiento de las horas extras policiales. En esa comisaría se disponían de 25 millones de pesos al mes en horas adicionales, de los cuales, la mitad, iban a parar a los bolsillos de la superioridad, ya que se bajaba la cuota de vigilancia de los efectivos. 
En el interín, una llamada anónima a Asuntos Internos alertó de otro caso escandaloso de corrupción. El blanco de las denuncias fue la Jefatura Departamental de La Plata, donde se dijo que  se recibían sobres con plata de la "protección". Los investigadores allanaron la dependencia y descubrieron 36 sobres conteniendo 153.700 pesos que provendrían del eventual pago de coimas exigidas por policías a comerciantes platenses. Desde ese momento, los llamados y las denuncias se multiplicaron como hongos venenosos desde distintas zonas del Gran Buenos Aires. Una fuente cercana a Asuntos Internos señaló que "muchos de los que denuncian son policías avergonzados por lo que hacen sus jefes y ponen como ejemplo el video que puso al descubierto al comisario de Pinamar, jactándose de cómo ganaba plata liberando zonas y apretando a trabajadores de orìgen boliviano".
En los primeros seis meses del año, Asuntos Internos recibió un total de 20 mil denuncias, que derivaron en 4.507 sumarios y que terminaron con 1.660 unifomados apartados de la fuerza. Las restantes 15 mil denuncias están siendo investigadas, pero 12 mil de ellas tienen que ver con casos de corrupción policial, narcotráfico y juego.
La tarea de Asuntos Internos no es fácil. Unos 400 empleados  están encargados de poner los ojos sobre un ejército de más de cien mil policìas bonaerenses, la mayorìa de ellos contaminados desde hace décadas por su propia superioridad.
Aún recuerdo una anécdota que me tocó vivir con Graciela Fernández Meijide, cuando era candidata a gobernadora bonaerense. Le pregunté en ese entonces qué iba a hacer con la policìa y me contestó que habìa estado con los cadetes la Escuela Juan Vucetich, de los que había observado un gran compromiso para cumplir con la ley. Retruqué entonces, señalando que con un mes de comisaría, esos chicos o se metìan en el sistema de corrupción o terminarían saliendo de la fuerza. Meijide se quedó paralizada y no supo qué contestar.
Pero aún hoy en materia de cajas, las sorpresas juegan siempre un papel relevante. Ahora, tomó estado público el robo de los alimentos a los caballos del que dio cuenta el periodista Jorge Lanata. Según fuentes del Ministerio de Seguridad, hace meses que este problema "está solucionado" y el dinero del alimento de los animales ahora lo maneja la Dirección de Veterinaria y Bromatología. Antes, a los efectivos les entregaban el dinero para los rollos de alfalfa y la avena, pero no llegaba a los animales, que estaban cada vez más flacos. Se calcula que hay unos 400 que son de la fuerza y 600 vienen de secuestros judiciales.
La maldita policía no tiene piedad ni de los animales. Es una caja de pandora, donde siempre hay lugar para las sorpresas. Hasta el próximo capìtulo.

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